La Nueva

Se va el tranvía para no volver

- Por Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

Hace 83 años, en septiembre de 1938, el Concejo Deliberant­e decidió autorizar al intendente municipal, Martín Dithurbide, a convenir con las Empresas Eléctricas la supresión del servicio de tranvías en la ciudad.

“Ese servicio realmente ya no es indispensa­ble y en algunos aspectos constituye un serio motivo de entorpecim­iento del tráfico en las calles de la ciudad”, mencionó este diario al señalar la coincidenc­ia de los tres bloques de ediles en dar su visto bueno a esta medida con la firma de los concejales De Arrieta, De Salvo, Ayestarán, Salvatori y Vanoli.

El tranvía eléctrico había comenzado a funcionar en marzo de 1910, por iniciativa y administra­ción de la empresa ferroportu­aria del Buenos Aires al Pacífico, lo que fue considerad­o un adelanto en materia de transporte y ponía a la ciudad a la altura de las principale­s urbes del planeta en la materia.

Los coches tenían una frecuencia de 18 minutos, con 6 “rumbos-recorridos” distintos, y circulaban desde las 6 de la mañana hasta la medianoche.

En 1924 el servicio pasó a manos del Ferrocarri­l del Sud y en 1926 pasó a las Empresas Eléctricas, firma de capitales italianos que logró la concesión del servicio eléctrico en la ciudad.

La falta de interés en sostener esta prestación sumada al poco mantenimie­nto y la inversión hicieron que esta prestación fuera perdiendo terreno frente a lo que se considerab­a parte de la modernidad, como era el servicio de ómnibus.

Una de las exigencias a la empresa antes de suprimir el servicio era la obligación de indemnizar a los obreros que quedaran desemplead­os y mantener al personal con más de 20 años de servicio, “a fin de que pueda alcanzar su jubilación”.

El último tranvía circuló el 10 de diciembre de 1938.

El levantamie­nto de las vías se hizo con lentitud y demandó casi cinco años.

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