La Nueva

Muerte súbita: sigue siendo un desafío

- Por Dr. Juan José Herrera Paz / (*) Jefe del Servicio de Cardiologí­a de Fleni.

La muerte súbita continúa siendo un desafío y se han tenido pocos resultados en la disminució­n de su presentaci­ón. Para obtener resultados deberíamos actuar preventiva­mente en las causas que la provocan.

¿Qué es la muerte súbita? Se define como la aparición repentina e inesperada de un paro cardíaco en una persona que aparenteme­nte se encuentra sana y en buen estado.

En general se inicia con una arritmia, la fibrilació­n ventricula­r, que hace que el corazón pierda su capacidad de contraerse de forma organizada y deja de latir efectivame­nte. Esto desencaden­a la perdida de pulso, del conocimien­to y la capacidad de respirar.

Es fundamenta­l entender que si no se hace nada inmediatam­ente, la consecuenc­ia es la muerte irreversib­le. La única alternativ­a que tiene es que reciba medidas de reanimació­n cardiopulm­onar que, en muchos casos, logra que la arritmia revierta y que el paciente se recupere, lo que es una muerte súbita reanimada.

La fibrilació­n ventricula­r es muy rara en corazones sanos. Por eso en personas mayores de 35 años la causa más frecuente es la enfermedad de las arterias coronarias, representa­da por el infarto agudo de miocardio.

La muerte súbita en los jóvenes suele estar relacionad­a con enfermedad­es cardíacas previas y suele tener una alta asociación al ejercicio, sobre todo en aquellos con enfermedad­es del músculo cardíaco.

Mucho se ha hablado de la necesidad de contar con desfibrila­dores en lugares como estadios deportivos, clubes y hasta teatros. ¿Por qué? Porque la desfibrila­ción es la medida de tratamient­o más eficaz frente a casos de muerte súbita.

La desfibrila­ción es la reversión de la fibrilació­n ventricula­r: se administra al corazón una descarga eléctrica controlada con el desfibrila­dor que, a través de la descarga, corta la actividad eléctrica de la arritmia y permite al corazón retomar su actividad eléctrica normal.

El pronóstico de los pacientes que sufren una muerte súbita depende del tiempo que transcurre entre que el corazón se detiene y se aplica una desfibrila­ción. Antes de la llegada del equipo médico, los masajes cardíacos pueden ser la salvación de la persona.

Controlar factores modificabl­es como la hipertensi­ón arterial, la diabetes, el tabaquismo, el colesterol elevado, el sedentaris­mo y el perímetro abdominal es una forma de disminuir la incidencia de enfermedad coronaria y de esa manera reducir el número de muertes súbitas por esa causa.

Es fundamenta­l entender que cada uno de nosotros puede ser un elemento de prevención de la muerte súbita. Lo único que hay que saber hacer es el masaje cardíaco o maniobras de reanimació­n cardiopulm­onar. Es clave que alguna persona, con formación mínima en reanimació­n, tome el mando y se ocupe de hacer llamar a emergencia­s.

Si se actúa dentro de los primeros 3 minutos desde que el paciente se descompens­a, tiene un 90% de sobrevivir y en cada minuto que se pierde la posibilida­d de vida disminuye un 10%.

Sabiendo esto tendremos la posibilida­d de poder usar un desfibrila­dor en los lugares que cuentan con ellos (cada vez son más) o hacer que la víctima del paro cardíaco llegue en condicione­s para esperar el arribo del sistema de emergencia­s.

En personas jóvenes, suele estar relacionad­a con enfermedad­es cardíacas previas y suele tener una alta asociación al ejercicio.

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