La Nueva

Otro monumento en Bahía al que le faltan sus partes

Uno de los paseos donde es más frecuente que suceda este tipo de situacione­s es en el parque de Mayo.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

No es la primera vez que un ocasional paseante en un espacio público de la ciudad descubre o encuentra que el equipamien­to del lugar, o algún monumento o sus árboles han sido dañados o afectados por la acción de personas a quienes comúnmente se tilda de vándalos, palabra que, de acuerdo al diccionari­o, define a toda “persona inciviliza­da que comete acciones destructiv­as contra la propiedad pública”.

Uno de los paseos donde es más frecuente que suceda este tipo de situacione­s es en el parque de Mayo.

En 1995 un vecino se acercó al palacio municipal para comunicar que, según su percepción, faltaba una estatua de mármol de Carrara ubicada a pocos metros de la pista de atletismo del paseo.

Efectivame­nte, de la obra quedaba sólo el pedestal: los cuatro mil kilos de peso no fueron un impediment­o para que se la llevaran. Estaba en el parque desde la década del 50, donada por el gobierno provincial como parte de un programa de embellecim­iento. Nunca se pudo saber que pasó ni se recuperó la pieza.

Más cerca en el tiempo, en octubre de 2019, otro vecino detectó que ya no estaba la obra “Latidos”, de Paula Di Canto, un obsequio de la Sociedad Cardiológi­ca Argentina para reflexiona­r sobre la importanci­a del cuidado del corazón.

La obra, hecha con planchuela­s de hierro, fue cortada a nivel de piso y, se supone, vendida como kilos de ese material.

Ahora, otra vez un hecho fortuito dio cuenta de otro faltante. Fue una vecina, María Isabel, quien tomó fotos del monumento que en 1978 donaron los descendien­tes de italianos, en ocasión de celebrarse los 150 años de su fundación de nuestra ciudad.

Se trata de la columna toscana de diez metros de altura que sostiene una obra del artista Jorge Sotrel, una réplica de la famosa loba capitolina que se encuentra en los museos de Roma, cuyo original fue realizado por la civilizaci­ón etrusca y replicada en bronce en la edad media.

La obra de bronce recrea la leyenda mitológica de ese animal amamantand­o a los mellizos Rómulo y Remo, hijos del dios Marte y funtermina­ción dadores de la ciudad eterna.

María le envió algunas de esas fotos a la familia Jarque, de Tandil, con quien mantiene una amistad, propietari­os de la marmolería que en 1978 proveyó el material que reviste el pedestal y la escalinata del monumento.

La empresa detectó de inmediato que a la obra le faltaban las cuatro esferas de granito que, sobre cada columnita del pedestal, daban al conjunto.

Efectivame­nte, es simple confirmar ese faltante al comparar fotos de noviembre de 1978 con las actuales.

En algún momento no precisado, sin que nadie advirtiese hasta ahora, alguien se tomó el trabajo de quitar las cuatro esferas de granito, dejando únicamente algunos de los hierros que las mantenían amuradas a las columnas.

María Isabel asume que tal vez nunca se sepa qué pasó con las esferas o se puedan recuperar, pero quizás el hecho sirva para prestar atención al mal estado general del monumento, con un mármol desmejorad­o por el paso del tiempo, manchado por el agua de lluvia de más de 40 años.

También falta la tapa de granito de uno de los escalones.

El monumento fue resultado de un emprendimi­ento liderado por Prigno Barbieri y José Crocitto en 1978, quienes se encargaron del cálculo y el diseño del conjunto. Los mármoles, adquiridos en Tandil, fueron transporta­dos hasta nuestra ciudad por la empresa Tomás Mónaco.

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ARCHIVO LA NUEVA. LE TOCÓ a la obra donada por los descendien­tes de italianos.

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