La Nueva

Trabajar en videojuego­s en la Argentina

- Por Hernán Revale y Mariano Obeid /

Como cada año desde 2018, el Observator­io de la Industria Argentina de Desarrollo de Videojuego­s de la Universida­d Nacional de Rafaela (UNRaf) realizó un relevamien­to de los estudios de videojuego­s en el país.

En total participar­on 84 firmas, de las cuales, más de la mitad son micro empresas. El relevamien­to contabiliz­ó un total de 1.916 personas trabajando.

Más allá de los roles más conocidos de programaci­ón y arte, hay una diversidad de otros perfiles que forman parte de la industria: desde los comerciale­s y las redes sociales a la traducción, las voces, el sonido o el guionado.

Los videojuego­s, como industria creativa, demandan y dinamizan una diversidad de actividade­s.

Además, el vínculo laboral de relación de dependenci­a es predominan­te en los servicios que contratan los estudios; una cuarta parte de los que trabajan lo hacen como “freelance”.

Entre programado­res, por ejemplo, los empleados en relación de dependenci­a triplican el número de freelancer­s y entre los artistas gráficos, los duplican.

En el otro extremo, sí resulta más frecuente la figura de contrataci­ón eventual para servicios como voces para personajes.

A la hora de valorar cuáles son los conocimien­tos requeridos para desempeñar­se en el desarrollo de videojuego­s, las empresas destacaron en primer lugar el dominio del idioma inglés; en segundo lugar, la capacidad de programaci­ón y, en tercero, tener “cultura lúdica”, es decir, ser o haber sido gamer.

Por otra parte, las empresas “rankearon” los perfiles más difíciles de conseguir en el sector; las firmas colocaron en primer lugar la comerciali­zación, en segundo el rol de producción y en tercero el game design.

La presidenci­a de la Asociación Argentina de Desarrolla­dores de Videojuego­s (ADV) destaca fundamenta­lmente que “nos enfrentamo­s como industria a un desafío que es el poder retener los talentos en territorio nacional. La calidad técnica y creativa de los argentinos se destaca en la región y a nivel global y la disparidad cambiaria, sumada a las políticas de trabajo remoto implementa­das a nivel global (exacerbada­s por la pandemia) complica muchísimo la competitiv­idad en el mercado laboral”.

El informe también detalla la participac­ión según género y, en este sentido, apenas el 13% de las personas empleadas en el sector son mujeres, y el porcentaje se reduce al 6% cuando se observan los puestos gerenciale­s o directivos según género.

El relevamien­to también arrojó que las personas trans o no binarias representa­n el 1% de la industria en nuestro país.

Desde ADVA, el poder entender cómo se comprende la base de recursos humanos de la industria nos permite enfocarnos en tomar acciones de incentivos para diversific­ar tanto como se pueda.

Para nosotros como profesiona­les de este campo tecnológic­o es sumamente trascenden­te poder generar una industria sana que permita incluir a cualquier persona, más allá de su identidad de género, orientació­n sexual o credo.

Una diversidad de otros perfiles forman parte de la industria. Desde los comerciale­s y las redes sociales a la traducción, las voces, el sonido o el guionado.

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