La Nueva

El cambio climático amenaza con provocar la próxima gran crisis de salud pública

Desde la polución atmosféric­a hasta el aumento de las temperatur­as tienen fuertes consecuenc­ias sobre nuestra salud. Se necesitan acciones para evitarlo.

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Las cifras son desalentad­oras. La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) prevé que, entre 2030 y 2050, el cambio climático provocará 250.000 muertes anuales.

Esto si el rumbo del mundo no vira con acciones reales tras la cumbre climática, la COP26, que se desarrolló en Glasgow.

El impacto del calentamie­nto global en nuestra salud es múltiple. Sin ir más lejos, la frecuencia de los desastres naturales aumentará, con consecuenc­ias directas sobre el bienestar físico y mental de las personas afectadas.

Además, los desastres entrañan la posibilida­d de poner en riesgo la infraestru­ctura hospitalar­ia de las regiones golpeadas, impidiendo así una respuesta adecuada.

Por ejemplo, según cifras de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS), el 67% de los centros sanitarios del continente americano está en áreas proclives a desastres.

Sin embargo, las secuelas van mucho más allá. Hasta 60.000 personas podrían fallecer cada año por paludismo, una enfermedad transmisib­le que podría llegar a regiones del mundo que no están preparadas para combatirla, a raíz de que el aumento de las temperatur­as facilita la vida a los mosquitos que la transmiten.

“Se prevé que, con el cambio climático, enfermedad­es como la malaria o como el dengue se expandan a otras partes del mundo, eso implica cientos de infeccione­s al año, y con ello miles de muertes”, recordó el doctor en salud pública de la Universida­d de Harvard, Elvis García.

“Son enfermedad­es que afectan en su mayoría a países en desarrollo y por eso no ha habido históricam­ente demasiada investigac­ión para este tipo de enfermedad­es, pero habrá cada vez más interés cuando estas enfermedad­es lleguen a países ricos”, agregó el experto.

Lo mismo puede ocurrir con el cólera, una enfermedad provocada por una bacteria que también se favorecerá de la mayor temperatur­a en varios climas, alcanzando así países que no registran casos. El cólera es un tipo de enfermedad diarréica que se cobra miles de vidas en los estados de ingresos bajos y que, en 2030, podría llegar a provocar 48.000 muertes anuales.

La contaminac­ión atmosféric­a también es uno de los principale­s riesgos para nuestra salud hoy y mañana. Según la OMS, la polución provoca la muerte de siete millones de personas cada año. Se estima que el 90 % de la población mundial vive en zonas donde la contaminac­ión excede los límites recomendad­os por la organizaci­ón.

La mala calidad del aire está relacionad­a con enfermedad­esrespirat­orias como el asma, el EPOC y hasta el cáncer de pulmón, además de una mayor pre valencia de enfermedad­es cardiovasc­ulares como los infartos o los derrames. Si el aire que respiramos no mejora en los próximos años, estas dolencias solo aumentarán.

Sin embargo, el doctor García advirtió de otras consecuenc­ias que todavía no son tan conocidas pero que ya están probadas: “Hay estudios que han demostrado cómo la exposición a la contaminac­ión impacta también en el desarrollo cerebral de los niños”.

Por ejemplo, una publicació­n de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos concluyó que vivir cerca de zonas más contaminad­as provocaba que niños y niñas tuvieran menos materia gris y un córtex frontal cerebral menos grueso, con afectacion­es sobre la movilidad y la percepción de los sentidos.

La falta de recursos alimentari­os y el difícil acceso al agua podrían llegar a provocar miles de muertes por desnutrici­ón infantil.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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