La paradoja de quienes no quieren vacunarse
es más peligrosa”, indica.
“No es que esto vaya a un progreso uniforme hacia una endemia porque, justamente, el ser humano ha generado un sistema muy heterogéneo y eso hace que haya variantes y no un proceso lineal”, asegura.
El Dr. Fernández dice que la otra estrategia que puede usar el virus es saltar a otra especie, ya que eso también se ha registrado en la historia.
“Es decir, lo que tiene que hacer el virus para pasar de una especie a otra es modificar la espira, donde está el punto de anclaje. Si la cambia, puede hacerlo”, afirma.
“¿Qué tipo de especie le traería un beneficio? Por empezar, las que no estén vacunadas, aunque es cierto que pueden adquirir inmunidad de otra forma, ya que no tienen una vacuna exógena”, asevera.
“Pero pueden ser más promiscuas que el ser humano. O con mayor densidad, lo cual haga que pueda propagarse mejor que en el humano que, como decíamos, está empezando a ser un huésped desventajoso”, comenta.
—Dr. Fernández, ¿existen beneficios en el caso de que todos nos contagiemos de COVID?
—Depende de las condiciones. Si se contagian todos con la variante delta estamos en el horno (sic). La idea es si a esta altura el virus está entrando en una fase endémica, en un escenario relativamente controlado, o donde sabemos que ingresará en esa fase, ya que vemos las variantes que está produciendo, creo que sí, que es bueno que se contagien todos.
“En ese caso vamos a adquirir una versión atenuada del virus, algo que nos dará inmunidad. El problema es estimar en qué momento eso está bien (NdR: que nos contagiemos). Y no existe un modelo claro al respecto, sino que vemos datos anecdóticos.
“Es cierto que hay una tendencia a generar variantes más inofensivas y más contagiosas, que es natural, porque es lo que el virus necesita para propagarse y para amplificar su población.
“Ahora, no es una línea recta y existen países, por ejemplo Sudáfrica, donde hay razones de promiscuidad en cuanto a los protocolos sanitarios por el COVID y no tienen un nivel crítico de vacunación. Allí el virus aún puede hacer un desastre”.
—¿Cuál sería un escenario realista y no necesariamente optimista?
—Todo parece indicar que, en un tiempo razonable, en condiciones relativamente controladas el virus se va a extinguir y nos vamos a contagiar todos de una variante inofensiva o atenuada.
“En algún momento predije que este sería el escenario; es decir, que pasábamos de pandemia a endemia y terminaría como la malaria en el Africa subsahariana, lo cual no quiere decir que sea inofensivo.
“El dengue es endémico en Paraguay y no es para nada un problema menor; es algo de mucho cuidado”.
—¿Cuál es tu opinión del nivel de vacunación en la Argentina?
—Parece que estamos progresando muy bien. Una lástima que no se haya manejado bien de entrada. Si uno vacuna en forma lenta, es peor que si no se vacuna; es como molestar a la bestia.
“Fue un error grave que costó muchas vidas en los primeros estadios, aunque también es cierto que la disponibilidad de vacunas fue compleja en todo el mundo. Y acá no estoy atribuyendo culpas, claro”.
“¿Los antivacunas? Entiendo que es algo demencial, pero ahora existe una paradoja”, dice el Dr. Fernández.
“Como el virus va evolucionando (los antivacunas) se van a volver necesarios, porque serán los laboratorios móviles para generar variantes inofensivas. A esta altura esto tiene un costado positivo; antes no”, aclara.
“Es una situación semejante a darle al virus una cajita Petri, donde puede ensayar cambios, qué le conviene y qué no para, después, seguir infectando al resto de la comunidad”,
“La mutación que prevalecerá es aquella que importe una ventaja selectiva”.
“Las variantes que surjan en el futuro pueden servir de vacunas. No poseen letalidad, pero sin embargo despiertan la respuesta inmune”.
sostiene.
“¿Cuál es la ventaja? En el escenario que estamos llegando, que es el endémico, ese laboratorio le permitirá al virus fabricar las variantes inofensivas para nosotros”, define.
El Dr. Fernández recuerda que no se puede soslayar que la ciencia de las vacunas progresó con un gran esfuerzo de muchas personas. “Edward Jenner (NdR: 1749-1823, el descubridor de la vacuna), no era un improvisado, sino que se manejó con principios perfectamente establecidos después de haber atravesado e impuesto numerosos estándares”, sostiene.
“Negar la virtud de la vacuna como agente preventivo me resulta incomprensible y no lo puedo entender”, admite.
El especialista, de residencia compartida entre Bahía Blanca, Basilea y Carolina del Norte, también se refirió a los países donde se ha dispuesto que la vacuna sea obligatoria, como es el caso de Austria.
“Es como todas las verdades sociopolíticas. Es decir, las cosas rara vez son blanco o negro, tienen matices y giros sutiles. Dicho esto, creo que vacunarse debería ser obligatorio; es la manera de prevenir una enfermedad que está consagrada por la ciencia. En ese tono de grises podría preguntarme qué tan buena es la vacuna que me están dando”, aclara.
“Si el Estado empieza a interferir con el tipo de vacuna que entrega, o a manipular la población de infectados de una manera u otra, entramos en un terreno complejo. Ahora, si asumimos que el Estado es transparente y que la vacuna es óptima y que se ha hecho a conciencia, debería ser algo compulsivo, como para la viruela, por ejemplo”, comenta.