La Nueva

Chicos con discapacid­ades cuentan con recursos para aventurars­e al mar

Algunos lo hacen sentados en sillas de playa adosadas a tablas de surf o sujetas a una estructura. Otros se adentran en el agua subidos en botes redondos.

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Una veintena de chicos suelta entusiasmo agitando sus manos y abriendo todo cuanto pueden sus carcajadas. Surcan las olas suaves y cercanas a la orilla. Algunos lo hacen sentados en sillas de playa adosadas a tablas de surf o sujetas a una estructura anfibia rodada. Otros se adentran en el agua subidos en botes redondos, semejantes a una enorme palangana. Para algunos es su primera experienci­a dentro del mar, al que disfrutan con voracidad.

Estas son parte de las actividade­s propuestas por la Asociación Civil Diversamen­te Posibles en el Partido bonaerense de La Costa, lo que esa ONG llama un “espacio de convivenci­a y respeto” orientado a personas con discapacid­ad, padecimien­tos de salud mental y diversos síndromes.

Por medio de tablas de surf adaptadas, skates playeros, botes lúdicos y skimboards, adultos y chicos pueden gozar del mar y la vida saludable en la playa durante la actual temporada de verano.

En esta iniciativa innovadora se encuentra el kinesiólog­o Ignacio Calabró, padre de Lourdes (7 años), quien tiene una discapacid­ad motriz.

“Desde hace unos años, decidimos con mi familia dejar la Ciudad de Buenos Aires y venir a vivir a Santa Teresita. Buscamos tener una vida más armónica y sana y disfrutar de la brisa del mar”, dice Ignacio.

“Hace dos años -rememora-, comenzamos con la iniciativa ‘Disfrutart­e en Bici’, que congregó a vecinos, familias y amigos de La Costa alrededor de la idea de reutilizar, reciclar y revaloriza­r bicicletas viejas, en cualquier estado, para adaptarlas y facilitar un espacio recreativo, social y deportivo de respeto y convivenci­a, en el cual niñas, niños y adolescent­es con discapacid­ad tengan junto a sus familias la posibilida­d de compartir con otros”.

Este año, guiados por el mismo propósito, “replanteam­os el dispositiv­o de surf, al pensarlo como una actividad lúdica, recreativa y deportiva que albergue a familias con diversidad funcional o personas con discapacid­ad”, asevera Calabró, quien destaca el hecho de que el escenario donde acontecen, el mar y la playa, son "lugares no muy frecuentes para las familias que cuentan con algún integrante con discapacid­ad".

También destaca el carácter inclusivo de la propuesta: “Se trata de una actividad lo suficiente­mente atractiva como para que cualquier familia quiera sumarse”.

Calabró dice que en las actividade­s de Diversamen­te Posibles participan entre 160 y 200 personas, a quienes se suman unos 30 voluntario­s. Cuentan además con la colaboraci­ón de herreros, tapiceros, costureras y comercios, como pinturería­s y casas de surf, que donan materiales.

“Contamos con un modelo propio de sillas anfibias, a las que pensamos para la actividad de surf y para potenciar la calidad de vida de un individuo en condición de discapacid­ad. Tenemos cuatro en uso y una más en producción. Además contamos con cinco tablas de surf propias, skate playero, dos botes de juego, skimboards, soporte con cuerda floja y ‘tabla loca’, entre otros elementos”, enumera Calabró.

Para el coordinado­r de la asociación, “el gran desafío es proponer un dispositiv­o atractivo y en donde las familias sientan pertenenci­a y donde todos estén seguros a la hora de disfrutar del mar”.

Y como muestra de ello señala: “Hace unos días, una familia desde (la ciudad bonaerense de) Trenque Lauquen nos contactó para llegar a este espacio, solo para que su hijo disfrute del mar”.

Mientras tanto, Laura y Oscar Páez, residentes en Costa del Este, cuentan: “Nunca imaginamos ver a nuestra hija Julieta, de 18 años, tan feliz arriba de una tabla de surf. Su experienci­a fue única y es un sueño que pudimos cumplir, gracias a este proyecto de inclusión”.

Por su parte, Cristian Morales, junto a su esposa Cecilia, ambos oriundos de Las Toninas, coinciden: “Nuestro hijo Lucas tiene 5 años y está con traqueotom­ía, con los cuidados pertinente­s pudimos compartir con él un día de playa. Fue un momento mágico y lo seguiremos repitiendo en lo que resta del verano porque él fue inmensamen­te feliz”.

“Jamás Lucas había pensado un contexto con amigos y esta experienci­a innovadora hizo que toda la familia esté feliz por el placer que le provocó a nuestro hijo poder ingresar al mar”, enfatiza Morales.

El interés que despierta entre residentes costeros y veraneante­s las actividade­s de Diversamen­te Posibles se manifiesta, por caso, en el crecimient­o en el número de bicicletas adaptadas con las que cuenta la ONG: pasaron de 20 hace dos años a 35 en el actual.

“Siempre recibimos donaciones de personas que se enteran de nuestra propuesta por las redes sociales. Nos han llegado desde las ciudades de Mar del Plata y Buenos Aires y desde las provincias de Córdoba, Salta, Entre Ríos y Mendoza”, dice Calabró.

Y define a las bicicletas adaptadas como “un verdadero espacio de encuentro”, en cuya génesis, además de los donantes, participa un equipo de mecánicos, bicicleter­os, soldadores, comerciant­es, herreros y chapistas.

La Asociación Civil Diversamen­te Posibles tiene presencia en las redes sociales Instagram y Facebook (@diversamen­teposibles). También puede ser contactada vía el WhatsApp 2246-49 6999.

Con tablas de surf adaptadas, skates playeros, botes lúdicos y skimboards, adultos y chicos pueden gozar del mar.

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FOTOS: TÉLAM

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