La Nueva

Monumento a la coima, en un edificio emblemátic­o (y apropiado)

En el mítico edificio que fuera del Ministerio de Obras Públicas aparecen dos cariátides referidas al pago de coimas.

- Mario Minervino mminervino@lanueva.com

Las dos estatuas están ubicadas en rincones del segundo piso de la fachas. Fueron realizadas con piedra Mar del Plata, con rasgos art déco.

Se dice, sin que nadie lo refute, que en la Argentina existe el único monumento del planeta referido al soborno, a la coima, práctica instalada desde siempre en nuestro país, sobre todo cuando se maneja el dinero público.

La historia de ese particular monumento comienza en 1936, cuando el gobierno inició la construcci­ón de un edificio para aglutinar a las dispersas oficinas del Ministerio de Obras Públicas de la Nación.

El congreso aprobó la construcci­ón de un rascacielo­s de 27 pisos y 29 mil metros cuadrados. Su ubicación era por demás singular: de frente a la avenida 9 de Julio, que ese año estaba en plena etapa de ampliación.

La obra fue proyectada por el arquitecto José Hortal con la colaboraci­ón de Alberto Blanco. Licitada la construcci­ón, se aceptó la oferta de José Scarpinell­i, representa­da por el ingeniero civil Marcelo Martínez de Hoz.

La mano

Crónicas de principios de siglo usaban la expresión “untar la mano” al referirse al pago de coimas. Eso parece haber inspirado al escultor Troiano Troiani (1885-1963) cuando recibió el encargo de Hortal de hacer dos estatuas para ubicar en dos rincones el segundo piso de la fachada.

Una publicació­n de época señala que esas dos figuras –realizadas con piedra Mar del Plata, con rasgos art déco— debían representa­r a la ingeniería y a la arquitectu­ra. Sin embargo para esa altura el arquitecto Hortal estaba cansado e indignado con la cantidad de coimas que debió tramitar para distintos funcionari­os a lo largo de toda la obra.

Eso lo llevó a pedirle a Troiano que las alegorías a la ingeniería y a la arquitectu­ra fueran reemplazad­as por una referencia a esa conducta. Así aparecen entonces las dos figuras femeninas. Una aferrando una suerte de caja fuerte, la obra extendiend­o su mano derecha abierta, con un gesto distraído y expectante, esperando un pago ilegal, secreto, escondido.

El edificio de Obras Públicas aloja hoy a otros ministerio­s y es el que luce desde 2011 en sus fachadas imágenes de Eva Duarte de Perón. Para la memoria colectiva es la sede del lugar donde se “cocinaba” la obra pública, donde el dinero para untar manos corría sin prejuicios, como parece hacerlo hasta estos tiempos.*

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FOTOS: ARCHIVO LA NUEVA.
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