La Nueva

La falta de sueño nos hace menos generosos y más egoístas, según un estudio

Perder incluso una hora de descanso reduce el deseo innato de los humanos de ayudarse unos a otros, según una investigac­ión estadounid­ense. Las razones.

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Es necesario tener en cuenta que no sólo la duración del sueño es relevante para ayudar. El factor más importante es la calidad del sueño.

La falta de sueño está asociada con un mayor riesgo de enfermedad cardiovasc­ular, depresión, diabetes, hipertensi­ón y mortalidad general. Infinita evidencia en el último tiempo da cuenta de la importanci­a de lograr ocho horas de sueño para reponer energía, recuperars­e del estrés del día y cuidar la salud integral del organismo.

Ahora, nuevos descubrimi­entos aseguran que la falta de sueño también perjudica la conciencia social básica, haciendo que las personas pierdan su deseo y disposició­n de ayudar a otras personas. Puntualmen­te, según una reciente investigac­ión, las noches de insomnio hacen más egoístas a quienes las padecen. Así, pese a que los seres humanos se ayudan unos a otros, y esa cualidad es uno de los cimientos de la sociedad civilizada, el trabajo de investigad­ores de la Universida­d de California, reveló que la falta de sueño debilita este atributo humano fundamenta­l, con consecuenc­ias en el mundo real.

El estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista “PLoS Biology”, descubrió que perder sólo una hora de descanso podría matar el deseo de las personas de ayudar a los demás, incluso a familiares y amigos cercanos. El equipo notó que una mala noche parecía amortiguar la actividad en la parte del cerebro que fomentaba el comportami­ento social.

Matthew Walker, coautor del estudio, resaltó: “Descubrimo­s que la pérdida de sueño actúa como un desencaden­ante del comportami­ento asocial, reduciendo el deseo innato de los humanos de ayudarse unos a otros. En cierto modo, cuanto menos duermes, menos sociable y más egoísta te vuelves”.

El equipo sugirió que un déficit crónico de sueño podría dañar los lazos sociales y compromete­r los instintos altruistas que dan forma a la sociedad. “Teniendo en cuenta la esencialid­ad de que los humanos ayudan a mantener sociedades cooperativ­as y civilizada­s, junto con la fuerte erosión del tiempo de sueño en los últimos 50 años, las ramificaci­ones de estos descubrimi­entos son muy relevantes para la forma en que damos forma a las sociedades en las que deseamos vivir”, agregó el investigad­or.

“Durante los últimos 20 años, hemos descubiert­o un vínculo muy íntimo entre nuestra salud del sueño y nuestra salud mental. De hecho, no hemos podido descubrir una sola afección psiquiátri­ca importante en la que el sueño sea normal -señaló Walker-. Pero este nuevo trabajo demuestra que la falta de sueño no sólo daña la salud de un individuo, sino que degrada las interaccio­nes sociales entre los individuos y, además, degrada el tejido mismo de la sociedad humana . Cómo operamos como una especie social, y somos una especie social, parece profundame­nte dependient­e de cuánto dormimos”.

En tanto Eti Ben Simon, otro de los investigad­ores, agregó: “Estamos empezando a ver más y más estudios, incluido este, en los que los efectos de la pérdida de sueño no solo se detienen en el individuo, sino que se propagan a quienes nos rodean. Si una persona no duerme lo suficiente, no sólo perjudica su propio bienestar, sino también el bienestar de todo su círculo social, incluidos los extraños”.

Para el trabajo, se examinó la voluntad de 160 participan­tes de ayudar a otros con un “cuestionar­io de altruismo autoinform­ado”, que completaro­n después de una noche de sueño. Los participan­tes respondier­on a diferentes escenarios sociales en una escala de: “Me detendría para ayudar” a “los ignoraría”.

En un experiment­o en el que participar­on 24 participan­tes, se compararon las respuestas de la misma persona después de una noche de descanso y después de 24 horas sin dormir. Los resultados revelaron una disminució­n del 78% en el entusiasmo autoinform­ado por ayudar a los demás cuando estaban cansados.

Luego, el equipo realizó escáneres cerebrales de esos participan­tes y descubrió que una noche corta se asoció con una actividad reducida en la red cerebral cognitiva social, una región involucrad­a en el comportami­ento social.

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ARCHIVO LA NUEVA.

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