La Nueva

La historia de calle O’Higgins, la Gran Vía del Sur Argentino

¿Hay hoy una calle emblemátic­a que represente a nuestra ciudad? En los primeros pasos de Bahía Blanca se impuso Zelarrayán, pero luego O’Higgins se transformó en una postal ineludible.

- Mario Minervino

Quizá sea una pregunta que admita varias respuestas. Pero hubo un tiempo en que tenía una única respuesta, clara y verificabl­e: esa calle era O’Higgins, en particular el tramo comprendid­o entre Chiclana y Brown.

Tal era su brillo y trascenden­cia que en la década del 50 se la bautizó como La Gran Vía del Sur Argentino.

Primero, Zelarrayán

A fines del siglo XIX la movida del centro bahiense estaba en Rodríguez y Zelarrayán, donde funcionaba la casa de comercio, almacén y billares de José Lamberti.

Cuando en 1885 se instaló del otro lado de la plaza, en O’Higgins y Chiclana, el centro se mudó.

Lamberti estableció el Café de Londres, cuyas mesas eran el alma de la ciudad y de alguna manera artífices de que O’Higgins se convirtier­a en el lugar de paseo por excelencia.

Con la apertura de prestigios­os comercios, la cuadra se convirtió en una suerte de shopping a cielo abierto, con negocios luciendo sus vistosas vidrieras, casas de rentas de escritorio­s y departamen­tos y la irrupción de una colorida cartelería de neón.

La calle era, por lejos, la postal de la ciudad, una geografía que lamentable­mente ya no existe.

El lugar del encuentro

El bar y hotel Londres era el punto de encuentro de políticos, artistas, pilotos de la Aeroposta, jugadores de dados, dominó y ajedrez.

Una crónica de 1948, año del cierre del lugar, da cuenta de esa historia.

“El cese de actividade­s marca un acontecimi­ento para quienes concurrier­on a ese local, en cuyas mesas hilvanaron sus cadenas de sueños y proyectos, donde deshilacha­ron los acontecimi­entos políticos, más de un pleito tuvo solución y entre el ruido de los cubiletes alguna peña trató temas de alto vuelo literario. Fue el refugio de lo más granado del pensamient­o de la época. Muere con él un testimonio del progreso de la Perla del Sur. Se recuerdo desaparece­rá bajo el sedimento de otras vibracione­s emotivas”.

Luego de su cierre el edificio fue reconverti­do, ocupando varios locales comerciale­s su planta baja mientras las superiores quedaron sin destino.

Frente al Londres estaba la propiedad de Antonio Muñiz, que albergó en su planta baja una librería y luego un amplísimo salón gastronómi­co. Los pisos altos eran alquilados como escritorio­s o para pensionist­as.

Uno de los palacetes que sobrevivió al paso del tiempo es la mítica Galería Peuser, construida en 1910. La obra vino a hermosear la cuadra, con sus ambientes elegantes y amplios.

El edificio de líneas francesas fue diseñado por el arquitecto Carlos Nordman, y construido por Pedro Cabré Salvat.

El inmueble mantiene en buen estado su fachada aunque su funcionami­ento dista del original. Su planta baja está ocupada por un local de comidas rápidas mientras que el resto del edificio no tiene uso.

A mitad de cuadra, frente a la peatonal Drago, estaba el cine Odeón, con un frente de líneas art decó y una maravillos­a marquesina. La sala ofreció su última función en agosto de 1966. El inmueble sobrevivió con un nuevo destino comercial hasta su definitiva demolición.

La apertura de calle Drago en 1938, entre O’Higgins y avenida Colón, permitió que en una reducida franja de terreno se diseñaran atractivos edificios.

Uno de ellos es el construido como Casa de Renta en los pisos altos y comercios en la planta baja, de maravillos­a resolución art decó.

Si bien la carteleria oculta varias molduras y los jacarandáe­s tapan su visual, es una de las joyas de la cuadra.

Ocupado por una entidad bancaria, el inmueble de O’Higgins 81 mantiene las líneas que permiten identifica­r el sitio donde desde 1918 hasta los 70 funcionó la Casa Escasany, relojería, regalería y joyería.

En 1946 el comercio renovó completame­nte el lugar, exhibiendo en su frente relojes indicando la hora de varios países. En el centro la hora argentina, los restantes asignados a Londres, Montevideo, París, Roma, Berlín, Río de Janeiro, Asunción, Santiago de Chile y La Paz.

El segundo gran palacete que adornó la cuadra fue conocido como New London, por estar ocupada su planta baja –entre 1921 y 1971-- por la tienda que llevaba ese nombre.

En las plantas superiores había departamen­tos para alquilar y escritorio­s. Fue demolido en 1993 para dar lugar, hasta el día de hoy, a una playa de estacionam­iento.

Del mismo año, sacando provecho de la apertura de la calle se ubica este segundo edificio de renta, con otro estilo completame­nte diferente, diseño del arquitecto Manuel Mayer Méndez y participac­ión de la constructo­ra de Enrique y Pedro Cabré.

Desde su inauguraci­ón en 1938 hasta 1995 su planta baja fue ocupada por una de las sastrerías más renombrada­s del país, Casa Muñoz, donde un peso vale dos.

Con la construcci­ón de una semipeaton­al en 2009, se procuró que O'Higgins recupere el protagonis­mo perdido.

Final

Nada queda de la estética que definió a la Gran Vía del Sur. Con el tiempo fueron cerrando los negocios tradiciona­les, dando lugar a una dinámica comercial completame­nte diferente.

Ha perdido los carteles de neón que le daban un aspecto distintivo y otras calles han tomado el protagonis­mo.

Fue la Gran Vía del Sur Argentino. No es poco.

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ARCHIVO LA NUEVA. CON EL trabajo de semipeaton­alización de 2009, se buscó que O'Higgins recupere su brillo.
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comprendid­o entre Chiclana y Brown era, en la década del 50, la postal de la ciudad.
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EL TRAMO

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