“Al ‘Flaco’ le decían ‘papá’; Menotti cambió el destino de nuestro fútbol para siempre”
Héctor Rodolfo Baley, whitense y ex arquero de Comercial, recordó al “Maestro” campeón con Argentina en 1978, quien falleció el domingo a los 85 años.
En una palabra es imposible definirlo, el “Flaco” fue el maestro, el padre, el hermano mayor, la voz de la conciencia de todos aquellos que lo tuvimos como entrenador, el que cambió el fútbol argentino para siempre”.
Con un nudo en la garganta y una angustia que cala hondo en el alma de aquellos que tuvieron el honor de poderlo disfrutar,
“Héctor Rodolfo Baley recordó a César Luis Menotti como “un bohemio con la enorme capacidad de formar mejores personas que jugadores”.
Desde Córdoba capital, donde formó su familia y reside desde hace 43 años, el ex arquero nacido en Ingeniero White el 16 de noviembre de 1950 y campeón del Mundo con Argentina en 1978, aceptó el mano a mano con La Nueva.,
aclarando --y disculpándose como hombre de ley-- que desde el domingo, cuando recibió la noticia del fallecimiento del lírico de la pelota y de ese gran estratega del juego sin trampas, vive “unos días de m...”.
“Después de haberme enterado me fui a pescar al lago San Roque, quería estar solo para pensar en él y en todo lo que me dio, porque los consejos del `Flaco´ siempre fueron para toda la vida. Hace un mes, no más, lo escuchaba en una entrevista y lo que decía me seguía sorprendiendo; a los 85 años tenía una claridad admirable y una convicción absoluta en sus conceptos”, señala “Chiche” para los de “Guaite” y “Chocolate” para el resto del mundo.
“Lo que más distinguía al `Flaco´ era el tiempo que se hacía, y que a veces no tenía, para hablar con el que se lo pedía o con aquel que veía que no llegaba o no se iba bien de los entrenamientos. Estaba siempre disponible, con él podías tocar cualquier tema, personal o grupal, llegaba a las prácticas a las 8 y se iba como a las cinco de la tarde. Se desvivía por sus dirigidos, era especial, con una mirada o una palabra te transmitía una tranquilidad que no encontrabas en otro lado”, deslizó el ex golero de Comercial, uno de los más activos en el grupo de WhatsApp “Campeones del '78”.
“Se conformó con los jugadores y parte del cuerpo técnico, aunque también integro otros grupos con ex compañeros de Estudiantes, Independiente y de Colón. Existe un contacto fluido y una gran relación entre todos, ¿qué querés que te diga?, estamos grandes... La pasamos muy mal con las muertes de Luque (Leopoldo Jacinto) y Houseman (René), por eso nos mantenemos pendientes y cercanos”.
Siguió con Menotti: “A partir de 1974, cuando se hizo cargo del seleccionado, marcó un antes y un después en el fútbol nuestro. Le dio una especial
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Cotejos oficiales. En el fútbol argentino: Estudiantes (1968-1972), Colón (19731976), Huracán (1976-1978), Independiente (1978-1981) y Talleres (1981-1987). trascendencia al interior, formando grupo de trabajo, preselecciones, selectivos y la famosa Selección `fantasma´. No te olvides que a la Mayor convocó a tres jugadores que no eran profesionales: Galván (Luis), Oviedo (Miguel Angel) y Valencia (José Daniel). Un visionario”.
--¿Te acordás de tu primera cita a la Selección?
--Como si fuera hoy. Y mucho tuvo que ver Ubaldo Matildo Fillol, pese a que me tuvo en el banco dos Mundiales (Argentina 1978 y España 1982) y ni un resfrío le agarraba (esbozó su primera sonrisa). En 1975, estando en Colón, me llamó el “Flaco” para un amistoso frente a Uruguay, en el Centenario de Montevideo. A ese partido no iba el “Pato”, quien había elegido, al igual que Alonso y Jota Jota López (no así Luque, que fue con la Selección), jugar con River un partido por Copa Libertadores.
“Se dio de esa manera, aunque nunca se me había pasado por la cabeza. Pero bueno, la varita mágica a veces te toca. Mi DT en Colón era el `Gitano´ Juárez, mano derecha y confidente de Menotti. Me llamó aparte, me informó lo que había hablado con el `Flaco´y viajé a Buenos Aires, para presentarme, me acuerdo, en cancha de Defensores de Belgrano”.
--¿Cómo fue ese encuentro con el “Maestro”?
--Lo primero que me dijo fue “usted no está atajando, pero yo lo conozco más que usted a mi”. Yo no estaba jugando porque, después de una suspensión de tres fechas, el “Gitano”, uno de los formadores del `Flaco´ como futbolista, me había mandado a “comer” banco en señal de castigo. Después de ese debut ante la Celeste, el moreno whitense, que nunca atajó de manera oficial, lo hizo contra Francia en 1997 y otros 11 cotejos más. Sin embargo, antes de la cita mundialista de 1982, tuvo su actuación cumbre frente a Alemania en el Monumental. “Ese día las pelotas me pegaban en el cuerpo y se iban afuera, me salieron todas”, rememoró.
--Menotti, en algún momento, ¿te contó por qué te eligió, eran épocas donde abundaban los grandes
arqueros?
--Mucho más acá en el tiempo, en un video por los 30 años de aquel título del '78, el “Flaco” confío que Fillol era el 1 indiscutible, que La Volpe tenía personalidad para el puesto y que yo era el que mejor me manejaba con los pies. Un adelantado.
“Fillol era un fuera de serie, muy completo, el mejor que vi en esa época, aunque el `Loco´ Gatti tenía unas condiciones tremendas”, manifestó “Chocolatín”, que desarrolló toda su carrera en nuestro país, con 380 presencias oficiales en los arcos de Estudiantes de La Plata (19681972), Colón (1973-1976), Huracán (1976-1978), Independiente (1978-1981) y Talleres de Córdoba (19811987).
El "renegado"
Cuando arribó al “Pincha” desde su White natal, no arrancó como inicial ya que adelante tenía a porteros con la experiencia de Alberto Poletti (uno de los grandes modelos en que basó su estilo) y Néstor Martín Errea. Le costó conseguir rodaje en el mejor ciclo histórico del “León” platense (apenas 3 cotejos en casi cinco temporadas), ese que levantó 3 Copas Libertadores y una Intercontinental, sin perjuicio de haber llegado a una cuarta final de América en la edición del ´71.
Y ahí surge una anécdota que lo pinta de cuerpo entero, que no hace más que “tirar” por ese amor hacia el Puerto, por su Ingeniero White tan querido, por la esquina donde nació: Avenente y Belgrano, el caserón que estaba enfrente del Almacén de Nabor, ya llegando --por Avenente-- a calle Lautaro.
Cuando corrían los últimos meses de 1967 y Baley era apenas un pibe de 16 años, lo fueron a ver desde un club que jugaba en Primera División. No era de los denominados “grandes”, pero ese año, Estudiantes de La Plata había conquistado el Torneo Metropolitano de AFA, transformándose así en el primer cuadro de los “chicos” en ganar un torneo liguero en el profesionalismo.
Pese al gran entusiasmo demostrado por la gente del “Pincha” para quedarse con sus servicios, a los pocos días el tipo se quería volver a Ingeniero White. Y eso que en La Plata le daban casa, comida y hasta una pequeña suma de dinero en viáticos, debido a que ya alternaba en la Tercera División.
Pero “Chiche” se quería volver, y no por una cuestión de mal rendimiento deportivo, sino porque extrañaba sus costumbres whitenses, añoraba, por ejemplo, la pesca y la caza que hasta el día de hoy lo apasionan con locura.
“Me fui a probar con un compañero, el ‘Gringo’ Nani (Juan Carlos), aunque ninguno de los dos quería quedarse. Acordamos hacer todo mal así nos echaban, pero tuve una buena practica, atajé como loco y quedé (Nani se volvió a White). Debuté en el ‘70 y después pasé a Colón”, repasó con cierta nostalgia.
¿Quién lo convenció? Nada más y nada menos que el gran Osvaldo Juan Zubeldía, quien vislumbraba para él un brillante porvenir.
El técnico del primer equipo, provinciano como él (había nacido en Junín) y con trances parecidos en su etapa como futbolista, le pidió que aguantara un tiempo. Le habló paternalmente, lo acercó a la ventana de la pensión, desde donde se podía contemplar la ciudad de las diagonales; y así, como al pasar, le mostró un auto que estaba estacionado en el estadio. `Es mío, y me lo dio el fútbol”, le comentó, agregando: “Me dio eso y muchas cosas más”.
Según recordó Baley, Zubeldía le dijo: “Vos también vas a poder tener uno igual. Además de muchos amigos, vas a progresar, vas a hacerte un porvenir: quedate, te vamos a apoyar”. Fin de la historia.
Fue el primer arquero en atajarle un penal a Maradona. Sucedió en el Metropolitano de 1977, él jugando para Huracán y Diego el 10 en Argentinos Juniors.