La Nueva

El blues argentino quedó huérfano con la partida de Javier Martínez

"Lo acompañare­mos en su viaje a la Eternidad por siempre y para siempre”, compartió su hermana Dora sobre uno de los fundadores de Manal.

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l baterista, cantante y compositor Javier Martínez, uno de los motores del legendario trío Manal que inventó el blues en nuestro idioma, falleció a los 78 años, como consecuenc­ia del agravamien­to de problemas de salud que arrastraba desde hace tiempo y que se detectaron a partir de una internació­n debido a una caída en su domicilio.

ESu hermana, Dora Alicia Martínez Suárez, utilizó la cuenta de Facebook del músico para alertar sobre su delicado cuadro e informar acerca de su muerte. “Lamento informarle­s que mi hermano ha fallecido. Lo acompañare­mos en su viaje a la Eternidad por siempre y para siempre”, escribió en el atardecer.

En esa misma publicació­n, Dora citó una frase de Javier del miércoles último: “Cuando uno no tiene más nada que decir, comienza el viaje de callar”.

En tanto, la hermana del músico que se inició como baterista de Los Secuaces y Los Beatniks, había anunciado: “En estos momentos siento que debo comunicarm­e con los seguidores de mi hermano Javier. Para mí siempre: mi hermano. Para Uds., sus amigos, sus fans. Está muy grave de salud. Si no fuera así, seguro guardaría silencio. Pero dadas las circunstan­cias estoy haciendo pública la situación”.

El artista, creador de clásicos de la música argentina como “Jugo de tomate”, “Casa con diez pinos”, “No pibe”, “Necesito un amor”, “Avenida Rivadavia”, “Informe de un día”, “Nos veremos mañana”, “Porque hoy nací” y “Avellaneda Blues”, esta última en coautoría con el guitarrist­a Claudio Gabis, integrante del terceto que completaba Alejandro Medina, en bajo, fue un músico talentoso, innovador e inquieto.

Esa conjunción sonora reunida en Manal mostró sus credencial­es desde el primer momento con su álbum debut homónimo lanzado en el verano de 1970 y con el que el blues local tuvo su big bang y hasta el día de hoy se erige como uno de los más grandes discos del rock de este lado del mundo.

“Me dio una gran satisfacci­ón hacer ese disco porque hacía un tiempo que venía escribiend­o canciones y buscando gente para llevar adelante este proyecto, que era una idea totalmente chiflada en ese momento. Me parecía una cosa surrealist­a estar grabando. Nosotros estábamos muy bien ensayados. Nos dieron 100 horas de estudio y grabamos en 75. El resto las usé para producir el disco de Tanguito”, recordó Martínez al cumplirse medio siglo de aquella genial invención.

También por entonces, apuntó: “Yo estaba en un estado de asombro, de estar maravillad­o. Me sonaba distinto, raro, no me desagradab­a para nada. Me sonaba muy nuevo. No se parecía a nada, Eso, por un lado, me desconcert­aba y, por otro, me agradaba. Era muy jazzy, tenía una cosa de blues que me gustaba mucho. Era muy interesant­e

“Me encontré con un grupo sueco Con’s Combo, Los Shakers, Billy Bond y un tipo llamado Roberto (Sandro) con un swing increíble”.

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“Javier recorría La Cueva y La Perla con dos cuadernos debajo del brazo. En uno anotaba acordes y en otro ritmos de batería”.

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