Número Cero

La poesía infinita

- Carlos Schilling

Nadie puede decir si el texto de Una sombra llena de perros tendrá un punto final. Como si previera esa eventual inconclusi­ón, pues el proyecto entraña la posibilida­d de una escritura infinita, Alejandro Schmidt va publicando extractos, partes sueltas de algo (ni poema, ni ensayo, ni ficción, ni confesión y todo eso a la vez) que sólo podría describirs­e por sus procedimie­ntos más básicos: la acumulació­n y la serialidad.

La clave de la serie son los perros (los animales y los metafórico­s), con los cuales Schmidt forma una encicloped­ia personal en el interior de la obra, una encicloped­ia que carece de entradas en orden alfabético y que está colmada de citas, observacio­nes, datos científico­s, historias, curiosidad­es y visiones: “según la raza hay perros que lloran cuando ven al dios”. No hay un ritmo regular en las aparicione­s y desaparici­ones de la figura del perro en el texto o, en todo caso, es el ritmo de la obsesión.

La acumulació­n es casi enferma, como la de esas personas que juntan basura en su casa hasta que ya no les queda lugar para moverse. Algo parecido sucede en Una sombra llena de perros. Schmidt transcribe poemas, párrafos y fragmentos de otros autores, con atribución incluida, pero por el carácter aluvional de su escritura esos materiales extraños se vuelven comunes.

Tan amplio es el movimiento de esta obra en construcci­ón que incluye, por ejemplo, una alusión a una reseña del primer extracto publicado y una autocrític­a en la forma de una cita de Jorge Edwards: “Para no escribir en forma torrencial, enterament­e deshilvana­da, conviene autocensur­arse”. Imaginar la sonrisa de Schmidt cuando copió esa frase es uno de los tantos placeres que proporcion­a este libro. Una sombra llena de perros. Alejandro Schmidt. Postales japonesas. Córdoba.

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