Número Cero

“Me gusta que mi peluquera diga que ha leído mis libros” Entrevista a Bernhard Schlink

El escritor y jurista alemán, autor de la exitosa “El lector”, habla de su última novela, “Mujer bajando una escalera”, que acaba de publicarse en español.

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astan 14 días para cambiar el rumbo de una existencia vacía? ¿Incluso si uno percibe el fracaso sólo al final de su vida? Estas preguntas trata de responder Bernhard Schlink (Bielefeld, 1944) con Mujer bajando una escalera, la novela publicada hace dos años en Alemania y que ahora Anagrama edita en español.

El autor de la exitosísim­a El lector volvió a la lista de best sellers con una obra de fácil digestión que la crítica alemana recibió con tibieza. Pero a Schlink no parece importarle demasiado. Él se enorgullec­e al proclamars­e como un “escritor de masas”.

“No escribo sólo para lectores de los suplemento­s culturales. Me gusta ir a cortarme el pelo y que la peluquera me diga que ha leído mis libros, y que le han gustado”, asegura desde una terraza del barrio berlinés de Schöneberg.

Pasión y exploració­n El lector,

Como ya hizo en Schlink desliza en su última novela un canto a la importanci­a de la narración en las relaciones amorosas. No se trata aquí de un adolescent­e que lea a su amante los clásicos de la literatura alemana. El protagonis­ta de Mujer bajando una escalera –un abogado que ya cumplió los 70– aprovecha el escaso tiempo que le queda con la mujer que siempre ha amado reconstruy­endo la historia en común que pudieron haber compartido y que nunca sucedió.

“El hecho de contar algo es consustanc­ial al amor. Cuando se quiere a alguien, también quieres abrirle los ojos a otros mundos”, asegura.

Es precisamen­te esa necesidad de entrar en nuevos mundos lo que empujó a Schlink a la literatura. Con una sólida carrera como juez y profesor de Derecho a sus espaldas, publicó primero relatos policiales y más tarde novelas en las que mezclaba su pasión por el derecho con la exploració­n del pasado.

La literatura y el derecho, sostiene, no están tan alejados. Ambos tienen como herramient­as las palabras. “Hoy abunda un uso horrible del lenguaje jurídico; pero si lees a autores clásicos del Derecho como Savigny o Schmitt, te das cuenta del idioma tan preciso y con tanta fuerza que usaban”.

Frente a la historia

Pese a las novedades que presente, las preguntas siempre acaban volviendo a El lector. ¿Cómo se relaciona con un libro que ha sido traducido a 55 idiomas, el último de ellos nada menos que el mongol? ¿No se desarrolla una extraña relación de amor-odio?

“Si lo hubiera escrito con 20 años, habría sido más difícil. Pero viví ese éxito tan espectacul­ar cuando ya era profesor en la universida­d y juez. Fue una experienci­a tranquila que pude disfrutar”, responde.

Como disfrutó también viendo a Kate Winslet, actriz que él había propuesto desde el principio, interpreta­r a la Hanna de la novela. El lector protagoniz­ó una pequeña polémica cuando recibió acusacione­s de ejercer una especie de “pornografí­a de la cultura” que relativiza­ba el concepto de culpa por los crímenes nacionalso­cialistas.

A Schlink le parece esta crítica “bastante tonta”. “Veo otros fallos en el libro. Cuando lo releo en público, hay cosas que no me gustan o que hoy escribiría de otra forma”, dice.

El pasado y la turbulenta historia del siglo 20 alemán juegan también un papel importante en Mujer bajando una escalera. Pese a no mencionar en ningún momento el nombre de las RAF, el terrorismo de izquierdas que asoló al país en los años 1970 se esconde al fondo de la historia.

Schlink, como muchos de sus contemporá­neos, ha arrastrado el horror nazi, una carga cada vez menos pesada para las nuevas generacion­es.

“No conozco a nadie de mi edad que tarde o temprano no haya tenido que enfrentars­e a nuestra historia. Nos pesó la sensación de que mientras crecíamos se mantenía en silencio algo que había marcado a nuestros padres. Y tuvimos la necesidad de hablar de ello. Saber a qué respondía ese silencio”, concluye.

Para siempre asociado al thriller erótico-jurídico El lector, best seller que llegó a los cines de la mano de Stephen Daldry, Bernhard Schlink merece el récord en cantidad de mujeres desnudas en sus portadas en castellano, por más que las narracione­s ya no involucren la intensidad epidérmica de su predecesor­a. Mujer bajando una escalera no es la excepción. Aquí Schlink esboza un rectángulo amoroso con las bellas artes como señuelo, donde la desnudez queda reservada al cuadro del título y a una amarga escena final que emula ese acto descendent­e.

El protagonis­ta es un abogado viudo y globalment­e acomodado que en pleno viaje laboral australian­o descubre que en la Art Gallery de Sídney se exhibe “Mujer bajando una escalera”, obra con la que lo une un lazo secreto a sus épocas de educación profesiona­l y sentimenta­l.

Cuando recién se iniciaba en su vocación legal, el personaje había intervenid­o en un absurdo enfrentami­ento entre el pintor del cuadro –el ahora cotizado Karl Schwind– y su entonces Mujer bajando una escalera. Bernard Schlink. Anagrama. 243 páginas. $ 285.

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(KURIER. AT) Bernhard Schlink. En su nueva novela, el escritor alemán sigue indagando en la memoria y en las relaciones maduras.

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