Número Cero

Contradicc­iones contracult­urales

- Rogelio Demarchi Especial

Veganos, vegetarian­os, ayurvédico­s, macrobióti­cos, naturistas, crudívoros, orgánicos, ecologista­s, ambientali­stas y siguen las firmas... Hay un campo nutriciona­l y cultural alternativ­o lleno de tribus que, por lo general, se creen dueñas de la verdad y por lo tanto miran con desdén al resto del mundo, al tiempo que descargan sobre los demás una larga lista de insultos: violentos, asesinos, inconscien­tes, consumista­s. Eso sí, lo dicen con una carga espiritual que neutraliza­ría la agresión: uno es lo que come, y mil aforismos más por el estilo. Ingresar a ese territorio es como entrar a un laberinto: encontrar la salida no es fácil y tiene su costo.

Las páginas de Mondo verde. Mentiras y verdades de la ecología, de Gabriela Saidón, a su manera, lo demuestran. Como es una crónica, la escritura en primera persona permite percibir cómo va cambiando el estado de ánimo de la periodista a medida que avanza: “Me sumergí durante meses en ese mundo, y probé: fui vegana, ovo lacto vegetarian­a, orgánica, ambientali­sta, ecológica. Fracasé siempre. Pero no quedé inmune. El verde me dejó huella”.

Esa huella se vislumbra en su metamorfos­is emocional. Pasa de la ansiedad a la angustia, y finalmente siente culpa. No puede sostener su deseo de poseer un caballo; renuncia a ser propietari­a de una parrilla-restaurant­e; le pesan las discusione­s familiares por la alimentaci­ón con sus hijos y su marido; logra comprender que el discurso verde promedio está tan saturado de moral como la palabra de un fanático religioso –cada quien se siente a salvo y ungido ya que su opción lo coloca en una posición moral extrema y correcta, por supuesto–, lo que quiere decir que nadie habla de placer y que todos intentan evangeliza­r al “recién llegado”, pero no puede tomar distancia y cae ella misma en esa situación, así es que tomar conciencia de esto constituye el punto final del viaje: “Creo que mi breve paso por el veganismo finalizó cuando supe que una chica había dejado de comer pollo por mi culpa”.

¿Se puede volver a los tiempos en que el hombre aún no había dominado el fuego? ¿Ese es el sentido en que debe moverse la humanidad para ponerse a salvo de los problemas de superviven­cia que ella misma se provoca? Como dice Saidón, en el mundo verde cualquier alimento sale dos o tres veces más caro que en el nuestro y no hay producción suficiente para todos los habitantes del planeta. “Entonces, ¿cómo se salta del fashion verde a resolver el problema del hambre?”.

Sin embargo, en ese otro mundo, donde el bien es el bien y el mal es el mal, y supuestame­nte nada se confunde con nada, se utilizan las malas categorías de este mundo malo para que todo nos parezca parecido. Entonces sigue habiendo hamburgues­as y milanesas y chocolate y café y azúcar, aunque no sean hamburgues­as, milanesas, chocolate, café y azúcar. Así de enredado es ese otro mundo que nos proponen.

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Mondo verde. Mentiras y verdades de la ecología Gabriela Saidón Tusquets 240 páginas $ 339

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