LA NUEVA NOVELA DE FRESÁN
ACABA DE PUBLICAR “LA PARTE SOÑADA”
Rodrigo Fresán, que acaba de publicar La parte soñada, la segunda entrega de su trilogía sobre la creación literaria, asegura que “un escritor que no sueña está en serio peligro de extinguirse”.
Aunque su intención inicial era finalizar la idea en la primera novela, decidió convertirla en trilogía al sentirse “muy prisionero de la voz y de los personajes” y, de hecho, La parte soñada la escribió en sincronía con el último libro, que se titulará La parte recordada.
Según el autor, la idea es que los tres títulos reflejen “las tres maneras de abordar una historia, mediante la invención, a través de lo que se sueña y de lo que se recuerda”.
Para Fresán, “buena parte del libro sucede durante el insomnio y la consiguiente enumeración de cosas”, que pueden ser ovejas, pero “un escritor cuenta muchas más cosas, y el libro está surcado por esa enumeración”.
De hecho, el autor escribió el libro mientras sufrió un episodio grave de insomnio, lo que determina que todo está muy documentado porque lo vivió de cerca. Aunque el protagonista tiene algunos puntos en común con Fresán, no es él, como ya pasaba en La parte inventada, advierte.
Parafraseando la estampa de Goya “El sueño de la razón produce monstruos”, Fresán remarca que mientras el pintor lo decía como anunciando un cierto peligro, “en un escritor es necesario producir monstruos, porque un escritor que no sueña está en serio peligro de extinguirse o apagarse”.
Mientras los científicos han llegado a la conclusión de que la realidad como la conocemos no existe, los escritores, apunta Fresán, lo tenían claro mucho antes, cuando hablan de “la realidad como algo sobrevalorado”, como decía el propio Nabokov, que atraviesa mucho el libro. La primera parte de La
parte soñada funciona como “una especie de tratado de los sueños”, algo que fue un reto, pues “lo más difícil de describir y transmitir son los sueños o el sexo, y es fácil convertirlos en una pesadilla”. Fresán se confiesa contrario a la novela realista, por ser “la más irreal de todas”, y, en cambio, le parecen más realistas escritores como Ballard o William Burroughs: “Nunca pensamos de manera ordenadamente realista, hay digresiones, libres asociaciones de ideas”.