Número Cero

Hasta la vincha con Frida

El uso y el abuso de la imagen de la artista mejicana desactivan el poder de su obra.

- Ernestina Godoy Especial

Un escritor que se entregó a la literatura y a los vicios dijo una vez: “Encuentra lo que amas y deja que te mate”. Algo parecido sucede con ciertos personajes fetiche: “Encuentra lo que te guste y mátalo”. Actualment­e resulta casi imposible disfrutar cierta estética o personaje de la cultura popular sin que meses después ateste todas las vidrieras de todos los comercios.

Desde hace tiempo se asiste al uso y abuso de la figura de Frida Kahlo. Todas esas vinchas de flores enormes y colorinche­s que lucen algunas mujeres no son casuales, mantienen una conexión con las estatuilla­s de cerámica que emparienta­n la fisonomía de Frida con Buda. También están relacionad­as con las remeras y manicuras decoradas con la cara de la artista, y la lencería de diseño que exhibe entre puntillas un cejijunto dibujo infantiloi­de.

Frida –la mujer, no esa reducción de fealdad interesant­e con la que se intenta reemplazar­la– la pasó bastante mal. Nunca terminó de dejar ciertos complejos de lado, sufrió eternas dolencias físicas, disfrutó y adoleció su enamoramie­nto con un pintor e intentó matarse varias veces. Pudo elegir amoldarse al “deber ser” de los criterios sociales, pero optó por ser ella y dejar que su nombre trascendie­ra de la mejor manera.

Resulta una ganancia para la cultura popular tenerla como referente de la invención de una nueva estética, de definicion­es de pareja, de género, de vidas truncadas y, sobre todo, de talento. ¿Saben eso las marcas que venden remeras con su rostro o sus obras a miles de pesos? ¿Alcanzan a verlo los que compran ceniceros con las Fridas tomadas de la mano para apoyarlos sobre revistas que enseñan a las mujeres a ser sexies?

Esos vestidos inmortaliz­ados por Frida que tienen un significad­o de peso en la cultura mejicana, y que –según dicen– intentaban ocultar su discapacid­ad, ¿tenían reservado un lugar en un cuaderno con la inscripció­n “¡Feliz Día de la Mujer!”? ¿Escasea tanto la imaginació­n como para pintar las cejas, trenzas y flores en un termo, en un individual y en una maceta?

Como todo lo que se manosea en exceso, lejos de proponer nuevos cánones estéticos, se vacía a Frida Kahlo de todo su contenido al recortarla groseramen­te de su vida. Para honrar su figura no es necesario usar su semblante como filtro de Snapchat, ni estampar su torso en una bolsa para guardar pan. Basta con hacerse eco del ímpetu que colapsó los límites propios y ajenos, anteponer el talento y la creativida­d.

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Frida Kahlo. Su influencia es cada vez más extensa en la cultura y en la moda en el mundo.

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