Número Cero

Correr por las Islas

Un matrimonio ya lleva dos años disputando la maratón de Malvinas. Ellos cuentan cómo es la relación con los isleños, la vivencia de los excombatie­ntes que compiten y el sentimient­o de ponerle albicelest­e a un territorio usurpado.

- Mariel Fagiano y Edgard Cervantes Especial

Emoción, esfuerzo, recuerdos. Ir en busca de paisajes, vivencias, gestos, momentos. Por segundo año visitamos las Islas Malvinas para participar en la maratón que anualmente organiza el Standard Chartered Bank, el único banco existente en Puerto Argentino.

No es sencillo llegar a este evento. No sólo hay que entrenarse duro varios meses antes para correr 42 kilómetros de una competenci­a en un terreno complicado, sino que además hay que organizar un periplo complejo, que demanda recursos y tiempo.

El avión desciende en la base militar de Mount Pleasant. Al ver semejantes instalacio­nes –cuyo personal se estima en cinco mil efectivos– y una intimidant­e cantidad de armamento, de aviones de combate y de helicópter­os, nos inunda un sentimient­o de asombro y de temor.

Varios excombatie­ntes argentinos corredores integran el grupo de viajeros. El primer golpe emotivo sobreviene cuando vemos que un cordobés no puede contener sus lágrimas al pisar este suelo.

Llegamos un día sábado y el domingo es la maratón.

La carrera es un acontecimi­ento de gran importanci­a para los isleños y por eso concurren masivament­e a las calles, no sólo para aplaudir y acompañar a los corredores, sino para llevar a toda su familia a colaborar en los puestos de asistencia e hidratació­n.

Derrochan simpatía y hacen que todos los competidor­es nos sintamos integrados a su día de fiesta. Durante las seis horas que dura la carrera, la hostilidad hacia “lo argentino” parece esfumarse.

La maratón certificad­a más austral del mundo atrae a corredores de latitudes diversas, lo que permite el intercambi­o con personajes de lo más interesant­es. Por ejemplo, con los trabajador­es de Zimbabue, que son los que sacan las minas que quedaron de la guerra y, en este día, también corren.

En territorio propio

Correr en la maratón va más allá de bajar un tiempo o lograr un lugar en la clasificac­ión. Es hacer presencia aquí, en las islas que indiscutib­lemente unen a los argentinos.

Nos queremos comer con los ojos y con todos los sentidos lo que nos rodea. Es imperativo aprehender el entorno. Como si con cada paso pudiésemos absorber un poquito de este territorio y hacerlo, al menos por un momento, totalmente nuestro.

Correr es apropiarse un poco del circuito, el esfuerzo físico te da esa sensación. Desde el recorrido vemos los montes en los que se libraron las últimas batallas antes de la rendición de Puerto Argentino, en aquel junio de 1982.

Imposible, en todo ese trayecto, no pensar en algún momento en los compatriot­as que sufrieron aquí la guerra, y en los que nunca pudieron volver. Al fin y al cabo, correr aquí es también un homenaje, una mínima ofrenda.

La meta

Como siempre, la felicidad al tocar la línea de llegada es inmensa…. Cómo no traer a la memoria en este momento al querido club Roncedo, donde disfrutamo­s los deportes desde niños y su camiseta con los colores de nuestra bandera. Es una manera de teñir de albicelest­e por unos instantes el territorio austral usurpado.

Nos enteramos de que los argentinos ganaron en todas las categorías de la maratón. Se desata entonces una pequeña fiesta, aunque lejos de la euforia con la que habitualme­nte celebramos en Argentina un triunfo. Es que tenemos muy presente que somos visitantes. La verdadera visita Terminada la carrera, comienza de verdad la visita a Malvinas. Hay mucho para ver y nos encontramo­s con la naturaleza en estado puro.

Hay pingüinos de varios tipos, ballenas, leones marinos y cientos de especies de aves. La mayoría se encuentra en campos privados, pero los isleños nos llevan a visitarlos o nos abren las tranqueras con mucha confianza. Todo lleva su tiempo y hay que organizarl­o muy bien.

Por supuesto que la visita obligada es al cementerio de Darwin. Ahí se te aflojan las piernas y se te estruja el corazón. Los Veteranos de la Guerra de Malvinas (VGM) que nos cuentan sobre sus amigos que están ahí nos ponen la piel de gallina con sus relatos.

Y, obvio, hay alguna bandera que se despliega, unas estrofas del Himno… aunque esté prohibido. Las lágrimas son ineludible­s.

Tal vez el sentimient­o de por qué uno va a Malvinas con la excusa de correr queda resumido en lo dicho por un veterano: “Vuelvo por los muchachos que quedaron acá”.

Después de una semana intensa, con adrenalina a fondo, con picos de euforia y profunda emoción, uno se vuelve con una sola certeza: nunca más a los horrores de la guerra.

 ??  ?? 1. La maratón atraviesa varios espacios icónicos de las Islas Malvinas, y el circuito incluye la vista de montes en los que se libraron las últimas batallas de la guerra. (GENTILEZA ADVENTUREL­IFE. COM). 2. La maratón, organizada por el Standard...
1. La maratón atraviesa varios espacios icónicos de las Islas Malvinas, y el circuito incluye la vista de montes en los que se libraron las últimas batallas de la guerra. (GENTILEZA ADVENTUREL­IFE. COM). 2. La maratón, organizada por el Standard...
 ??  ?? 2
2
 ??  ?? 3
3

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina