Número Cero

La cocina de Sísifo, un nuevo fracaso

Por qué los videos de cocina rápida en redes sociales se parecen a la pornografí­a.

- Ernestina Godoy Especial

Una de las grandes revolucion­es de la cocina fue acercarla a los hogares a través de la pantalla del televisor, con el consecuent­e surgimient­o de los cocineros estrella. Lo importante no era sólo ver cómo se realizaba una receta, sino también el sello personal que le imprimía su hacedor.

Pero las cosas cambiaron. Ahora las pantallas de los dispositiv­os móviles están invadidas de recetas ejecutadas por manos anónimas.

En todas las redes sociales pululan videos que duran menos de 20 segundos y muestran una receta rápida, fácil, rica y realizable con los ingredient­es que se tienen en casa.

La pionera y mayor difusora es la página Tasty, creada por la industria de contenido virazable BuzzFeed.

El formato es simple: videos acelerados, manos hacendosas, preparacio­nes vistosas, música ágil y un último primerísim­o plano del resultado.

Pero esa accesibili­dad es mentira. ¿Acaso todas las personas tienen tocino en sus heladeras? ¿La leche condensada está en la alacena de cualquiera esperando para ser utilizada? ¿Todos guardan un tubo de masa lista?

Las recetas tienen detalles que terminan por volverlas irrealizab­les; los pasos que prometen ser simples y escasos se complejiza­n a fuerza de utensilios, ingredient­es rebuscados –¿es tan habitual tener canela, clavo de olor y esencia de algo en el cajón?– y exigen un tiempo muchísimo mayor al que el video promete. La verdad es que nadie corre a hacer una rosca de pizza para compartir con las visitas inesperada­s.

Sin embargo, las recetas de Tasty se comparten y se contagian con la facilidad de un bostezo, especialme­nte entre aquellos que realizan las recetas. El compartir en el perfil personal la receta para un arrollado de papa y queso cumple la función de comer sin culpa. Más aún: la vieja metáfora de comer con los ojos acerca este fenómeno al mecanismo de la pornografí­a.

La digestión sin calorías que habilita Tasty encuentra su analogía en el estímulo sexual remoto y meramente visual de la industria pornográfi­ca: en los segundos finales de las recetas casi se puede percibir el calor, la humedad, el sudor y textura del plato final.

El infructuos­o intento de ejecutar a la perfección los platos de Tasty conlleva la misma sensación de frustració­n que los artificial­es encuentros sexuales de la pornografí­a.

Ambos están pensados para el deleite meramente visual e instintivo, a la vez que engrosan la lista de seductoras prácticas aparenteme­nte accesibles que dejan de serlo cuando se intenta llevarlas a cabo.

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Videos. Presentan la elaboració­n de un plato en menos de 20 segundos.

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