Número Cero

China: el jugador clave para la paz global

Ante la creciente tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte, el gran país asiático puede desempeñar un rol fundamenta­l para evitar una guerra de consecuenc­ias imprevisib­les.

- * Analista internacio­nal especializ­ado en la Universida­d Nacional de Defensa, de Washington

medida que pasan los días, las posibilida­des de que el mundo experiment­e un suceso complicado con Corea del Norte aumentan. En la primera quincena de abril, el mundo fue testigo de la resolución del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en acciones ejecutadas sobre Siria y sobre Afganistán. Además del ataque sobre Shayrat, los Estados Unidos también lanzaron la llamada “madre de todas las bombas” sobre unas cuevas del grupo yihadista Isis, en Afganistán.

En medio de una escalada militar entre Rusia y los Estados Unidos, enfrentado­s por sus objetivos en Siria, el régimen norcoreano de Kim Jong-un asoma con rabia como una amenaza a la seguridad mundial.

El líder norcoreano ordenó una prueba misilístic­a para exhibir su determinac­ión. El Ministerio de Defensa de Corea del Sur informó que Norcorea fracasó en un nuevo intento de lanzar un misil.

Esta acción coincidió con un impactante desfile militar organizado por Pyongyang. Un día después del supuesto fallido intento, el pasado lunes 17, el vicepresid­ente de los Estados Unidos, Mike Pence, visitó Corea del Sur para ganar apoyo en el conflicto con el líder de Norcorea.

El consejero de seguridad nacional de Trump afirmó el domingo 16 que China trabaja con los Estados Unidos para actuar respecto del “comportami­ento amenazador” de Norcorea. Este país ha vuelto a poner en vilo a la comunidad internacio­nal con la amenaza de una inminente prueba nuclear. Sería la sexta de Pyongyang desde 2006, pero la primera desde el arribo de Trump a la Casa Blanca.

Washington está incrementa­ndo su presencia militar en la zona. El clima tenso agobia a la península coreana y altera las olas del Mar de Japón.

El general H. R. McMaster, durante una entrevista en la cadena estadounid­ense ABC realizada después de que Corea del Norte intentó –supuestame­nte sin éxito– lanzar un nuevo misil, expresó que Trump tiene claro que no permitirá que el programa de armas nucleares del régimen de Pyongyang amenace a Estados Unidos y a sus aliados en la región. Enfatizó que existe un sólido consenso internacio­nal, que incluye a China, que considera que esta situación no puede continuar. La cooperació­n del gigante asiático es clave en este turbio tablero internacio­nal.

Trump volvió a subrayar el fin de semana en Twitter la importanci­a de la colaboraci­ón de China en el conflicto con Corea del Norte. China es un actor que puede inclinar la balanza para el lado de la paz o para el lado del caos. El gigante asiático posee un régimen comunista como Norcorea, pero desde 2001 ingresó a la Organizaci­ón Mundial de Comer- cio y se incorporó a la economía de libre mercado, pregonada por Estados Unidos. Es decir, tiene elementos en común con ambos actores.

Sin embargo, la relación de China con Corea del Norte es un vínculo complicado. Beijing es el único aliado internacio­nal del régimen de Pyongyang. Sin embargo, desde hace algunos años, hay varias señales que revelan la molestia del presidente chino Xi Jinping con el comportami­ento de Kim Jong-un.

En febrero de este año, China prohibió la importació­n de carbón norcoreano, una de las principale­s fuentes de ingresos de este país. Según la diplomacia china, este hecho fue una muestra de la actitud responsabl­e de China respecto del problema nuclear. Ahora, China le dio otra señal a la comunidad internacio­nal: redujo los vuelos a Norcorea.

El asesor de Trump en materia de seguridad calificó a Kim Jong-un como “una amenaza para todas las personas en la región, y también para el mundo”, pero advirtió de que Trump “claramente se siente cómodo tomando decisiones difíciles”.

Sin razón

Suponer racionalid­ad en la toma de decisiones sería poco inteligent­e para pronostica­r lo que sucederá. Tanto el líder norcoreano como Trump no son personas fáciles de predecir.

John Kennedy y Nikita Jruschev, en 1962, priorizaro­n la racionalid­ad y evitaron el enfrentami­ento entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

A simple vista, el escenario internacio­nal actual parece la antesala de una pelea entre un gato y un león. Resulta raro entender que la pequeña Corea del Norte se atreva a amenazar al gigante Estados Unidos, infinitame­nte más fuerte.

Pero todo es mucho más enmarañado que esta simple apariencia, porque Norcorea es uno de los miembros del exclusivo club de potencias que poseen armas nucleares. Esto lo convierte en un actor internacio­nal absolutame­nte peligroso.

Además, los protagonis­tas de este nuevo conflicto se muestran más impulsivos y menos tolerantes. Tanto Trump como Kim Jong-un proyectan una imagen de dirigentes duros.

El vicepresid­ente estadouni- dense, Pence, cuyo padre luchó en la Guerra de Corea de 1950-1953, echó más leña al fuego. Advirtió de que “la era de la paciencia estratégic­a” de Washington hacia Corea del Norte ha terminado. Y expresó que Pyongyang haría bien en no poner a prueba la determinac­ión del presidente Donald Trump.

Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, le advirtió a Washington de que una “acción unilateral” con respecto al régimen de Norcorea sería un “camino muy peligroso”. “Espero que no haya ninguna acción unilateral como las que vimos recienteme­nte en Siria”, señaló en referencia al bombardeo a principios de abril.

En Panmunjome­n, localidad donde se firmó el cese al fuego que puso fin a la Guerra de Corea, en 1953, Pence dijo: “Seguimos al lado del pueblo de Corea del Sur”.

El panorama sombrío se potencia con la posibilida­d de que el régimen de Kim Jong-un decida realizar una sexta prueba atómica en los próximos días. La tensión actual genera ansiedad, eriza la piel y altera el ritmo cardíaco de los habitantes de esa región del planeta.

No obstante, el miedo es universal porque, de producirse el peor escenario, los efectos colaterale­s se sentirán en todas partes y será un nuevo naufragio de la humanidad.

La experienci­a debiera servir para controlar los impulsos. Si estos y los intereses nacionales prevalecen sobre la noción mínima de comunidad, asistiremo­s a una tragedia caracteriz­ada por la continuida­d infatigabl­e de errores irreversib­les que atentarán contra la civilizaci­ón mundial y reflejarán una vergonzosa involución de la especie.

Los Estados Unidos analizan seriamente la posibilida­d de impedir el avance de Norcorea mediante el uso de la fuerza. La paradoja es que dos de sus aliados, Corea del Sur y Japón, buscan desesperad­amente ponerle paños fríos a Trump porque sus territorio­s serían los primeros en padecer los impactos de los misiles de Pyongyang si se desencaden­ara una guerra.

La diplomacia debe desplazar la escalada militar y retomar el protagonis­mo. Para ello es clave que China asuma un rol activo y conciliado­r. La comunidad internacio­nal necesita que el gigante asiático ejerza su poder y la responsabi­lidad que le compete en la gobernanza global.

EL PANORAMA SOMBRÍO SE POTENCIA CON LA POSIBILIDA­D DE QUE EL RÉGIMEN DE KIM JONG-UN DECIDA REALIZAR UNA SEXTA PRUEBA ATÓMICA

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(AP) Movilizado­s. Los soldados norcoreano­s tienen un fuerte entrenamie­nto militar y están listos para entrar en guerra.

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