Número Cero

Lo nuevo no siempre bueno

- CECILIA SÁNCHEZ

Estás cansado, no tenés ganas de salir y decidís quedarte a ver tele en tu casa hasta que te venza el sueño. Total, tenés Netflix, o el On Demand, o internet. Algo vas a encontrar. Juanito ve series todo el tiempo y Pedrito te recomendó alguna que ya ni sabés el nombre.

Cómo puede ser que al final siempre terminás eligiendo los capítulos en español de The Big

Bang Theory o la eterna repetición de Sex and the city, o te enganchás con el debate de Intra

tables y cuando te diste cuenta ya es medianoche y te dormís con el control remoto en la mano. Como sea, después de un zapping frustrante, terminás con alguna de las tres opciones anteriores o alguna variante de ellas.

Lo cierto es que la gran oferta actual de series de televisión con supuestas historias originales e ideas frescas no siempre termina por satisfacer la necesidad de entretenim­iento. ¿Hemos visto ya todo lo bueno que estaba por verse? La tercera edad de oro de la televisión, aquella que comenzó a fines de siglo y que nos brindó joyas como Los Soprano,

Lost o Breaking Bad, elevó hasta el cielo (sí, sí, muy alto) la vara de calidad, estándar que en la actualidad pareciera muchas veces imposible de alcanzar.

En épocas en que Netflix nos ha enseñado que podemos ver lo que ellos nos convidan de un solo tirón, de un atracón, sin tener que estar mediados por la lógica de los canales, un fenómeno resulta más que interesant­e. Según Fox, un dinosaurio como Prison

Break, en su revival desde su cancelació­n en 2009, fue el progra- ma más visto en la pantalla del cable en el día de su estreno hace unas pocas semanas. Más allá de su calidad (que no estamos evaluando aquí), la historia no aporta al universo narrativo nada de nuevo. Los dos hermanos que se escaparon de la cárcel en 2005 lo harán ahora de nuevo, aunque esta vez en otro país, uno de esos que a Estados Unidos le dan miedo.

Además de una historia repetida, seguir Prison Break en tiempo real supone además doblegarse a la entrega semanal, comerse la pauta publicitar­ia, bancarse los avances llenos de informació­n. ¡Pero así veíamos tele en los ’90, señora!, dirá alguno por ahí. Lo llamativo es que hay muchas personas que aún se sienten cómodas con que sea el gerente de programaci­ón de X canal quien les diga cuándo ver su programa favorito. Aún más llamativo es saber que uno forma parte de este grupo de individuos y que ha sufrido una suerte de regresión cuando se da cuenta de que los últimos programas que ha visto (y disfrutado) son otros revivals al estilo de Prison Break, como Los expediente­s X, o las temporadas nuevas de los únicos tanques que todavía no han defraudado, como Game of Thrones, Better Call Saul o Fargo. Y está esperando la vuelta de Twin Peaks.

CÓMO PUEDE SER QUE SIEMPRE TERMINÁS ELIGIENDO “THE BIG BANG THEORY”.

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