Esa manía de alterar las historias originales
Las obras que mantienen vigencia entre generaciones tienen el valor de dar continuidad a códigos culturales y contribuyen a la comprensión del ser humano y su acción social. Es por ello que apropiarse de estas creaciones y atribuirles nuevos significados a través de una modificación de contenidos es una forma legítima de reconocer la naturaleza dinámica del hombre.
Producciones literarias como Alicia en el País de las Maravillas o dramas de Shakespeare han pasado por ese proceso, que por reconocimiento a las transformaciones son denominadas “versiones libres”. La británica
Alice, protagonizada por Jack Wild y Sophie Barjac en 1982, o la rioplatense Alicia en el País de las Maravillas, de 1976, son ejemplos de ello.
Sin embargo, una cosa es tomar una historia y adaptar códigos lingüísticos y estéticos o, incluso, ignorar ciertas referencias cronológicas, y otra –muy diferente– es respetar todo: estéticas, nombres, personajes, entornos, y cambiar radicalmente la historia. Esta práctica inspira la muy lógica pregunta de “¿por qué?”.
El clásico de Lucy Moud Montgomery Anne de Green Gables o Ana de los tejados verdes, y parte de su saga, sufrieron más de una vez este tipo de alteraciones. Primero, en la secuela de una de sus versiones para la pantalla chica, la producción canadiense de 1987 protagonizada por Megan Follows, Ana de los tejados
verdes: la historia continúa, en la que se ubica a los personajes en el escenario de la Primera Guerra Mundial. Esta referencia histórica no sólo no aparece en la obra original, sino que en uno de los libros de la larga saga literaria (basada en cuentos con referencias elípticas a la vida madura del matrimonio Blythe) sólo se hace alusión a la muerte de su primer hijo (como combatiente) en ese conflicto bélico.
Ese tipo de distorsiones, en las cuales se respetan sólo los aspectos formales, se repite en la nueva serie de Netflix Anne with an e, pero hasta el extremo de lo inimaginable: el perfil de los personajes es completamente distinto, los hechos parecen extrapolados de otra era, en fin, que la alusión a la entrañable y siempre optimista Anne, una verdadera sobreviviente de una infancia difícil que salvó su inocencia a pura fantasía, parece simplemente una apropiación, un uso ilegítimo de la obra.
Si de apelar a nombres que generan expectativa se trata, podemos pensar en un Tom Sawyer aplicado y víctima de bullying o, por qué no, en una Caperucita Roja que no se adentra jamás en el bosque. Al fin y al cabo, son apenas detalles.