Número Cero

¿Leer o no leer?

Un desafío del diseño La tipografía y la edición de un libro pueden ser fundamenta­les a la hora de elegirlo y de seguir leyéndolo.

- Juan Pérez Gaudio jpgaudio@lavozdelin­terior.com.ar

Un texto siempre comunica más de lo que su contenido dice.

La elección de cierta letra, su tamaño, color, si va en mayúsculas o minúsculas, el interlinea­do –por citar algunos recursos del diseño– tienen el objetivo de ordenar un conjunto de palabras a través de un formato que agrega un plus de informació­n tácita que el ojo humano ve primero como una forma para recién después, luego de prejuzgarl­a y sin importarle las virtudes literarias del autor, decidir si conviene quedarse a leer o no aquel texto.

Aparte del desafío de ir asimilando lo que leemos, en muchas ocasiones, la intención del diseño de un texto es hacerle trampa al ojo.

En el común de la gente, estas trampas que utiliza son una picardía para tratar de impresiona­r al lector. Por ejemplo, agrandar la letra y abusar del interlinea­do para ocupar más espacio, de modo de aumentar el volumen del escrito presentado.

También están sus gustos personales a la hora de formatear un texto. Es común enfrentars­e al desafío de entender un mensaje en proyección de presentaci­ones,

e-mails o chats cuando el emisor ha elegido tipografía ilegible en un color que se confunde con el fondo y que repercute en los tiempos de lectura y asimilació­n e interés del contenido.

Pero, en el campo profesiona­l, los recursos utilizados para formatear un texto buscan otros fines: dominar el ojo del lector para controlar sus tiempos de lectura, colaborar con la decodifica­ción de la informació­n o confundirl­o y engañarlo sin la necesidad de tener que ocultar informació­n.

Diseñado para leer

Un libro bien diseñado, por ejemplo, permite leer la historia con los tiempos y pausas necesarios que se adecuan a los deseos de un lector.

El tamaño de la tipografía es el justo, el interlinea­do, preciso y el ancho que ocupa esa sucesión de palabras, el correcto para que el recorrido que debe hacer el ojo permita disfrutar la historia sin prisa pero sin pausa.

En los diarios, a diferencia de un libro o de una carta, el texto está dividido en columnas. El diseño está pensado para cubrir la necesidad de informar rápida y claramente. El recorrido del ojo es menor y la velocidad de lectura, mayor.

Leer es placentero, siempre y cuando las formas para transmitir la informació­n sean una ayuda y no un desafío.

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Letras de molde. La tipografía une arte y ciencia para mejorar la calidad de los libros.

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