¿Un caso argentino?
Martha Argerich Si bien nació en el país y pudo estudiar en Europa gracias a Perón, ¿la gran pianista es realmente una artista nacional?
Por lo general se define la nacionalidad de un individuo de acuerdo con el país en que nació. La identidad nacional es siempre un territorio abstracto de límites difusos que se define por vía negativa. Como ejemplo de este alcance sucede algo extraño con personajes como Martha Argerich, a quien todos señalan como “la pianista argentina”. Sin embargo, ¿es acertado reclamarla como producto nacional?
A los 13, Argerich fue enviada a Viena junto con su familia para estudiar piano con Friedrich Gulda, el cielo de los pianistas de ese momento. Ese gesto, comienzo de la carrera internacional de la pianista, fue posible gracias a las gestiones del por entonces presidente, Juan Domingo Perón, personaje crucial que forja la identidad argentina.
Argerich creció en un estilo de vida singular, ocasionalmente visitó Argentina, tuvo hijas y varias parejas. Atravesó crisis emocionales y se cuestionó su carrera. Ganó premios imposibles y enamoró a japoneses y a europeos. Jugó con los límites de sus roles como madre, esposa y mujer.
Todo eso sucedió en Europa, lejos de inflaciones y patacones argentinos. Argerich no se sentó en el inmaculado living de Susana Giménez, ni Mirtha Legrand le preguntó si el Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin de 1965 lo ganó con honra.
¿Cuál es la identidad argentina que sostiene esa formación? ¿Cuántos rasgos y qué ideología los argentinos tienen en común con ella? En una visita a Buenos Aires, su hija reconoce las facciones y el matiz de su piel en los porteños, y recuerda que su madre nunca les habló en español. Las entrevistas en las que Argerich habla en nuestro idioma son breves y escasas: el francés es la lengua que elige para moverse como pez en el agua.
Los enormes afiches de la visita de una de las pianistas más famosas del mundo recuerdan que es “nuestra”. Consideran producto nacional una monstruosa carrera de más de 70 años que sólo tocó suelo argentino durante 12.
El tipo de artista y el enorme talento que es Argerich, ¿la convierten en argentina? ¿O reclamar como propio lo que no lo es perfila la identidad argentina? Difícilmente la carrera de Argerich hubiese tenido la grandeza que tiene si se hubiese formado en este suelo. Ajena a cualquier etiqueta que la limite y defina, esta pianista merece la justicia de ser liberada de la posesividad argentina, para declarar su pertenencia al mundo.