Número Cero

El deseo también cansa

El cansancio de los travestis. El agotamient­o de resistir y de usar el cuerpo como bandera. La experienci­a del tiempo que corre más rápido. Todo eso dicho en primera persona y mirando de frente.

- Diario De un Deseo Camila sosa Villada

Me corté el pelo para recordarme mi propia debilidad. Para decirme a mí misma que la fuerza es cosa del pasado, que es tiempo de descansar, de echarse a dormir días y noches enteras, de abandonar la guardia por unas horas.

Ser travesti cansa mucho. Entre todos los dones que nos fueron dados, por haber decidido ser nosotras, el don de la resistenci­a es de los más preciados. Parece que al momento de nuestro cambio adquirimos la posibilida­d de ser tan fuertes como puede serlo una persona, para no morirnos, para soportar el daño con que te cobran ser travesti.

El cuerpo es sabio, hermanas. El cuerpo es el que más sabe de nosotras en el mundo.

Salimos a la vida munidas de esa fuerza que nos viene del corazón, de ese deseo de ser una misma que no es otra cosa más que el deseo de dios. Yo no conozco otra vida más que esta, la vida de la resistenci­a. Soy tanto mejor en la “adversidá” que en la “prosperidá”.

No sé sobre la fuerza de los demás, puedo ver y reconocer la fuerza de otros, pero no saberla. Apenas conozco la resistenci­a de mi mamá, que entre risas a veces le digo: “Mami, vos sos fuerte como una travesti, vos sos incluso más travesti que yo”, y ella se ríe y dice que soy pava.

Es común, cuando una habla de su cansancio, que digan “pero eso le pasa a todo el mundo, no es algo exclusivo de las travestis”, y es posible que sea verdad, que todos hayamos sido tocados por el don de la fuerza, pero yo sólo conozco mi fuerza, la fuerza de ser travesti.

Y no quiero que nadie iguale mi cansancio. No quiero que nadie diga que mi cansancio es igual al de Martita o al de Juancito, que las personas somos todas iguales. Vamos, che, que eso es mentira y lo sabemos todos, que todo parte de la desigualda­d y que así el mundo mantiene su equilibrio. Que los cuerpos se construyen a partir de esas desigualda­des.

Supongo que cuando la gente iguala las experienci­as, mi experienci­a travesti con la del resto, es porque en realidad quieren decir: no estás sola con tu cansancio. Años de perras

La experienci­a travesti, que está llena de particular­idades, no es igual a la del resto del mundo.

Por eso yo digo que las travestis contamos los años como los cuentan las perras. Que un año travesti cuenta por no sé cuántos años de las personas dizque normales, las personas satisfecha­s y concordant­es con su sexo biológico.

Nuestros años son más porque en la marginalid­ad el tiempo corre más rápido, porque una noche en la Tierra de las travestis cuenta por varias noches en la vida del mundo que nos dio la espalda. Porque vimos a nuestros padres renegar de nosotras, porque nuestros derechos son menos, porque fuimos desoídas mucho tiempo, porque hacía frío, mucho frío, algunas noches, y nosotras andábamos casi desnudas para no ocultar nada a los ojos de los clientes.

Contamos los días como las perras, por eso morimos jóvenes, por eso nos alcanzan con más velocidad la muerte, el desamor y la desesperan­za. Porque esta vida nos ha costado mucho y no nos hicimos las boludas: pagamos el precio de nuestro instinto.

Nosotras no nos escondimos dentro de ningún closet. Nosotras no mentimos cuando nos preguntaro­n quiénes éramos ni de dónde veníamos. Nosotras estábamos ahí manifestan­do lo que éramos con nuestro cuerpo como bandera, y eso cansa, créanme.

Mis amigas, mis hermanas, mi familia y yo misma incluso, a veces nos quejamos, decimos nuestro agotamient­o, lo reclamamos con más o menos arte, insistimos en ello porque parece que se olvidan de que nos han quitado la posibilida­d de otras experienci­as. Y todavía hay gente que se hace la tonta y pregunta por qué, por qué tanto drama, por qué tanto machacar sobre algunas cosas, ya está, el mundo cambió.

Tranquila, Camila, todos somos iguales, no es con vos, no es con las travestis, ya va a llegar, vas a ver, cansancio sentimos todos, no es exclusivo de las trans, vos no te podés quejar, salís en el diario, te sigue mucha gente, hay una ley de identidad de género. Hartaste con esa cantaleta.

Por eso me corto el pelo. Para no resistir más. A ver cómo es el mundo sin estar haciendo fuerza, cómo es ser débil un rato, cómo es bajar la guardia y echarse a dormir, cómo es descansar este culo viejo después de la guerra. Llámenme desertora. Cada travesti lleva dentro de sí un ejército que la defiende del mundo. Yo he decidido irme de ahí por un rato. Hoy quiero poder ser frágil por un segundo sin ser atacada por nadie. Le exigí mucho a este cuerpo todos estos años, es justo el descanso cuando la lucha es cruel y es mucha.

Contamoslo­sdías Comolasper­ras, por eso morimos jóvenes, por eso nos al Can zan Con más velo Cid ad la muerte, eldesamory ladesesper­anza.

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Guy Pearce. El actor australian­o, en una escena de “Priscilla, la reina del desierto”, película dirigida por Stephan Elliot.
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