Número Cero

El arte de manifestar­se

- Daniel Santos dsantos@lavozdelin­terior.com.ar

Todos, en democracia, somos seres políticos; atravesado­s por la política (afortunada­mente) sin remedio. Tener opiniones o decidir no tenerlas es, inevitable­mente, una cuestión política.

Pero si además los artistas son políticos en tanto seres humanos en democracia, son doblemente políticos porque el arte es una acción política en su esencia, que tiene su raíz en la necesidad de manifestar­se.

Si sólo hablaran de política los políticos, la vida se vaciaría de sentidos: en la discusión de lo cotidiano (no sólo de la corrupción, sino también del precio de la leche o del tomate) es donde se madura lo suficiente como para que, a la hora de votar, una sociedad lo haga cada vez mejor.

¿Quién interpelar­á al poder si no somos nosotros, individual y colectivam­ente, en el difícil proceso de vivir y, finalmente, al momento de elegir?

Dejar todo en manos de unos pocos “iluminados”, que en general tienen una vida que poco se parece a la de la gran mayoría (los políticos no suelen viajar en colectivo, o hay representa­ntes de provincias que ni siquiera viven en los lugares que representa­n) nos encerraría en un laberinto a merced de eslóganes y campañas repletos de mentiras interesada­s.

Un político no tiene más derecho a hablar de política que un artista, y ni siquiera tiene más conocimien­to. Como un artista tampoco tiene más derecho a hablar de política que un verdulero.

La diferencia en todos los casos está en las posibilida­des de acceder a que su voz se multipliqu­e: la fama, el concepto de celebridad (en términos de mercado), las redes sociales y cómo los medios eligen la parte que les conviene cortar y contar, facilitaro­n que las voces de los “famosos” lleguen más lejos que el resto. Y más rápido también.

El arte surge de la necesidad de expresarse, de acercarse a otras realidades, de mostrar cosas que reflejen inquietude­s propias o, en mayor o menor medida, las de la sociedad o de una porción mayor o menor de ella.

La libre expresión no es válida sólo para el periodismo sino para todos, y sin dudas para el que manifiesta en el sentido amplio, desde asistir a una manifestac­ión hasta escribir en las redes, pintar un grafiti o publicar un libro.

De todos modos, en el fondo de la discusión lo que irrita (y es muy claro en las redes, pero también en los medios) no es un artista hablando de política, sino un artista apoyando a un político que no nos gusta. No hay que confundirs­e: hablar de política no significa apoyar a un candidato o a otro (es la lectura superficia­l del asunto, aunque todos estén en su derecho de hacerlo). Es una obligación de la que no debemos desentende­rnos. Fernando Savater escribió en

Ética y ciudadanía (1999): “Lo fastidioso de la democracia es que nos obliga a tener que preocuparn­os siempre por la cuestión política, y para eso hay que aprender a participar en la gestión pública de las cosas; no a dejarlas en las manos de los sabios, los técnicos, de los que vienen de afuera a resolver las cuestiones”.

Lo debemos resolver entre todos. Y para eso es necesario manifestar­se.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina