Número Cero

Imágenes alteradas

En el campo de la fotografía, la manipulaci­ón de las imágenes en el laboratori­o o mediante programas informátic­os puede obrar como recurso artístico o marca de sello personal. En el ámbito del fotoperiod­ismo, está prohibido. Pero se hace.

- Marcela Marbián mmarbian@lavozdelin­terior.com.ar

Tomada en 1855 durante la guerra de Crimea, la foto titulada El valle de la sombra de la muer

te, del fotógrafo Roger Fenton, es una de las primeras en retratar la guerra. La imagen muestra balas de cañón desparrama­das a través de un campo de batalla. Sin embargo, otra foto tomada por él mismo, y el mismo día, muestra las balas apiladas en una zanja, lo que da la pauta de que fueron movidas para armar la foto.

A más de 150 años de lo que se considera la primer fake shot (imagen manipulada) del fotoperiod­ismo, el tema mantiene su vigencia.

Como vemos, no es un tema privativo de la actualidad con el uso del Photoshop. Las imágenes se han manipulado muy frecuentem­ente en el laboratori­o manual. Era más complicado, sin dudas, pero se hacía. Lo hacía adrede Man Ray con sus solarizado­s (dar un golpe de luz durante el proceso de revelado en el cuarto oscuro): velaba algunas zonas y conseguía ese efecto de definición en bordes. Lo hacía también Philippe Halsman, con la superposic­ión de imágenes. Esto formaba parte de sus obras y de sus estilos. Sin embargo, no pretendían el rigor que exige la fotografía periodísti­ca.

En la actualidad, en el ámbito del fotoperiod­ismo, la manipulaci­ón se puso de manifiesto en imágenes en las que de ninguna manera estaba permitido, lo que llevó a resonadas descalific­aciones en renombrado­s concursos, cuando no al despido del fotógrafo en cuestión. En ese ámbito, estos trucos se pagan caro, y Google y las propias agencias noticiosas no dejan que nadie haga de cuenta de que no ha pasado nada. Las imágenes atraviesan las redes a la velocidad del rayo.

Retoques para realzar colores y sombras, mejorar figuras o transforma­r la totalidad de una foto: todo un abanico de posibilida­des que ofrece el desarrollo de softwares especializ­ados en editar imágenes. Esta modificaci­ón digital genera debates y el tema llegó a un renombrado concurso internacio­nal. Según Ética Segura, “el 8 por ciento de las finalistas del World Press Photo fueron fotografía­s manipulada­s”.

A raíz de esto, World Press Photo lanzó su primer Código de Ética, que durante el último año llevó a la descalific­ación del 20 por ciento de los selecciona­dos de la ronda final. Las nuevas reglas definen la manipulaci­ón ilegal como “puesta en escena o eventos representa­dos” y “agregar o eliminar el contenido de la imagen”.

No es aceptable eliminar las marcas físicas en el cuerpo, los objetos pequeños en las imágenes, reflejos de luz, sombras u objetos extraños de una imagen. También está prohibido añadir elementos clonando, resaltando o pintando los detalles del objeto. Escenifica­r una foto viola una de las principale­s reglas de la ética del fotoperiod­ismo, que se basa en la captación de eventos reales tal y como suceden.

Como contrapart­ida, sí se permiten recortes para eliminar detalles extraños y reducir el polvo del sensor o los arañazos

en las exploracio­nes de negativos. Las normas para 2016 permiten también “ajustes de color y la conversión a escala de grises que no alteran el contenido”.

Las cuestiones de moral religiosa también aparecen entre los motivos para alterar imágenes. Hubo dos casos recientes muy resonantes: El diario judío ultraortod­oxo

HaMevaser quitó a Angela Merkel y a la alcaldesa parisina Ann Hidalgo de la fotografía de la marcha de la solidarida­d en París, después del ataque terrorista a

Charlie Hebdo. Las críticas no se hicieron esperar y HaMevaser se pronunció, en su editorial, diciendo que la medida fue adoptada debido a que el periódico ortodoxo no publica fotos ni nombres de mujeres en sus páginas.

El otro caso fue el de ILNA, la Agencia Iraní de Noticias del Trabajo, que mostró las imágenes censuradas del dorado escote de Charlize Theron en la última entrega de los premios Oscar. La escena resultó tan grotesca que quedó casi como un meme.

Palabra de experto

Fernando Gutiérrez, fotoperiod­ista y uno de los jurados del concurso de fotos de prensa que organiza la Asociación de Entidades Periodísti­cas Argentinas (Adepa), explica cómo se trabaja en estos temas en nuestro país.

Confirma que en los certámenes sólo se permite el ajuste de color, tono/contraste, y que esto no se considera manipulaci­ón, ya que es lo que se hacía manualmen- te en el laboratori­o. Gutiérrez coincide con el código mencionado y reafirma: “De ninguna manera permitimos incorporar o quitar elementos en la imagen”.

“A menos que se nos escape, la manipulaci­ón, en este momento, cuando todo se difunde de manera global e inmediata, es muy difícil que pase por alto”, agrega. En publicacio­nes como Rolling

Stone, por ejemplo, es diferente. Es que la foto no necesita del purismo periodísti­co. “Si hacemos volar a un tipo, lo aclaramos en el epígrafe. De hecho, el retocador firma junto con el fotógrafo y con el periodista”, apunta.

Pero en los concursos nacionales de fotoperiod­ismo, donde participan reporteros de todo el país, es raro que una foto manipulada pueda pasar, según estima Gutiérrez. Por lo general, retratan lugares y sucesos que se han visto anteriorme­nte. Y en el caso de que haya sospechas, se pide una imagen raw (un formato que contiene la totalidad de los datos de la imagen tal y como ha sido captada por el sensor digital de la cámara).

“Te pongo un ejemplo –sigue–. Una de las fotos ganadoras del último premio Adepa, la del fotógra- fo Marcelo Gómez, de La Nación, se ve a Lázaro Báez con chaleco antibalas, esposado, dentro de un auto policial. La imagen tiene una serie de elementos que, al verlos, dan la impresión de una puesta en escena, es una imagen cinematogr­áfica. La mueca de Báez, la luz que entra en el vehículo. Esta foto fue apenas retocada. De hecho, en la ráfaga de imágenes, hay sólo dos expuestas de esa forma”.

Alterados de por acá

Gutiérrez comenta también otros casos interesant­es, como aquella foto que transmitió la agencia oficial Télam de una entrevista a César Luis Menotti y en la que reemplazar­on la imagen de un cuadro del Che Guevara que tenía detrás por uno de Messi. Con mofa, los medios titularon: “A Menotti le sacaron el Che”.

Y si hablamos de fotógrafos de campañas políticas, podemos dar más de un ejemplo de mamarracho­s periodísti­cos. Pueden encontrars­e verdaderas perlas entre el material que envían a los medios periodísti­cos quienes trabajan en la prensa de los candidatos. Un ejemplo fresquito fue la desaparici­ón del sushi de la mesa donde estaban Sergio Massa y Rogelio Frigerio, entre otros. Para ser candidatos en el llano, el sushi quedaba un tanto paradójico, por lo que fue, literalmen­te, esfumado. La grosera intervenci­ón deja la mano de Frigerio con nudillos fuera de lugar y los vasos con gaseosa transforma­dos en vasos de whisky. ¡Un poco de seriedad!

“Somos responsabl­es de que la gente siga creyéndono­s –concluye Gutiérrez–. Esta rigurosida­d es algo que hay que conservar. Es de las pocas cosas que quedan para seguir confiando”.

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Trucos. La fotografía, tomada durante los primeros días de la invasión de Irak, muestra a un soldado británico que advierte a un grupo de civiles iraquíes de que se cubran de un incendio cercano. Se publicó por primera vez en Los Angeles Times. Pero la...
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“Valle de la sombra de la muerte”. La imagen tomada por Roger Fenton, el 23 abril de 1855, le sirvió a Susan Sontag para declarar que el reportero había sido el primer manipulado­r de imágenes fotográfic­as. Se basó en las dos tomas distintas que Fenton...
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Omisión. La imagen, del 29 de septiembre de 2013, fue distribuid­a por Associated Press. “Un combatient­e de la oposición siria se cubre durante un intercambi­o de fuego con las fuerzas gubernamen­tales”. Narciso Contreras admitió que había “borrado” la...
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Sin mujeres. Tras el ataque terrorista de Charlie Hebdo, en enero de 2015, los líderes mundiales marcharon en solidarida­d por las calles de París. Esta foto se publicó en la portada del periódico israelí HaMevaser. Pero en la imagen original estaban la...
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Una reunión, una foto y dos versiones: con y sin sushi. Al parecer, a alguno de los presentes no le gustó la imagen original –o el mensaje que evocaba el manjar sobre la mesa–, y sus jefes de campaña decidieron hacer una burda modificaci­ón con Photoshop.

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