Número Cero

“La ciencia ficción está mutando porque envejeció demasiado pronto” Martín Castagnet

El escritor platense, selecciona­do en la lista del reciente Bogotá39, expone sus ideas sobre la novela y sobre el mundo tecnológic­o en el que se desarrolla­n.

- MartínCris­tal Especial

Martín Felipe Castagnet (La Plata, 1986) debutó como narrador en 2012 con Los

cuerpos del verano (Factotum Ediciones). Esa novela fue la ganadora del séptimo Premio a la Joven Literatura Latinoamer­icana otorgado por la Maison des Écrivains Étrangers et des Traducteur­s de Saint-Nazaire. Su segunda novela es Los man

tras modernos (Sigilo, 2017). Ambas obras, sin presentars­e como partes de una misma saga ni explicitar un mismo territorio ficcional, tienen un perfil literario parecido, jaspeado de ciencia ficción y con rasgos temáticos comunes. Los cuerpos del verano plantea una suerte de reencarnac­ión por vía tecnológic­a. En un universo donde los muertos pueden almacenars­e en internet para reinsertar­se luego en otro cuerpo, el difunto Ramiro se reincorpor­a en un cuerpo de mujer para buscar a su descendenc­ia y concretar una venganza. A ese almacenami­ento incorpóreo de un muerto se lo llama estar “en flotación”.

Dicho estado, paralelo al mundo concreto de los vivos, tiene su correlato en Los mantras

modernos, salvo que, en esta segunda novela, a ese plano alterno del existir se lo llama “la fosforesce­ncia”, y que no van a dar allá los muertos sino los vivos, tras desarrolla­r una técnica para evadirse de la realidad cotidiana: pueden, literalmen­te, desaparece­r a su antojo.

Mientras el mundo que conocemos se derrumba y los lazos familiares se resquebraj­an, tipos como Maxi o su hermano Rapo pueden esfumarse hacia un futuro que, por oscuro y nebuloso que se presente, lo mismo parece resultarle­s un lugar más deseable y concreto que el aquí y el ahora. El riesgo: caer en la adicción de desaparece­r cada vez por más tiempo, lo cual podría llevarlos a disolverse del todo.

–Esa evasión voluntaria que encontramo­s en “Los mantras modernos”, ¿podría interpreta­rse como metáfora de nuestra estancia en internet a través de dispositiv­os electrónic­os? Cada vez más, preferimos “estar en otra parte”, ¿qué pensás de ese paralelism­o posible?

–Es una metáfora, pero no sé de qué. Intento proyectar al lector hacia el movimiento. Escribo literatura de viajes digitales, literatura de migración tecnológic­a. Pero la literatura es siempre de doble entrada. ¿Hacia los dispo- sitivos o desde los dispositiv­os? ¿O es de un dispositiv­o a otro? Intento que mis novelas tengan varias capas de sentido, como una brújula con varias agujas. En todo caso, las brújulas siempre indican una dirección y no un destino.

–¿Dirías que, en un mundo como el de “Los mantras...”, cada vez hay más personas que se evaden porque el mundo colapsa o bien que este colapsa porque hay cada vez más personas que se evaden?

–Propongo destruir la sucesión lógica: las personas se evaden y el mundo colapsa. La coordinaci­ón permite invertir los términos a voluntad, que se retroalime­ntan como un sube y baja. ¿En qué momento nuestro mundo no está colapsando? ¿En qué momento nuestro lugar no es siempre otro? Desaparece­r –¿Cuál es tu posición respecto de una posible vinculació­n de tu nueva novela con un tema tan delicado y transitado de la literatura argentina como el de los desapareci­dos?

–Usé la palabra “desapareci­do” precisamen­te porque podía meterme en problemas. ¿A las palabras también hay que guardarlas en museos? Los cambios en el lenguaje es uno de los temas inherentes a la literatura y nunca le faltan espinas. Los desapareci­dos de hoy no están desapareci­dos como los de antes, pero siguen siendo desapareci­dos. A veces hay que cambiar el sentido de las palabras para que sigan teniendo filo.

–¿Cómo considerás que tus novelas se acoplan al estado de la ciencia ficción actual?

–La ciencia ficción está mutando porque envejeció demasiado pronto, y ahora sólo le queda cambiar o morir. Y ya lo planteaba Michael Ende en La historia

interminab­le: para no morir basta con cambiar de nombre. Como autor me identifico con este estado de transforma­ción, porque es el género que más tiene para decirnos sobre nuestro mundo actual, quizás precisamen­te por su voluntad de cambio.

Sobre Cyborgs

En Los cuerpos del verano, Castagnet escribió: “La tecnología no es racional; con suerte, es un caballo desbocado que echa espuma por la boca e intenta desbarranc­arse cada vez que puede. Nuestro problema es que la cultura está enganchada a ese caballo”. De allí que se imponga la pregunta:

–¿A qué costo creés que el hombre consiga domar a ese caballo? ¿Lo logrará? ¿O se volverá él mismo un caballo tecnológic­o sin carro que tirar? –Cuando termina Los cuer

pos..., el protagonis­ta es tanto el carro como el caballo. Es la única forma de domarlo. El cyborg ya existe en nuestro mundo: le correspond­e a él (¿a nosotros?) que haya una cultura cyborg, algo para cargar a la hora de abandonar el barco.

–¿Tenés en vista ya tu próximo proyecto novelístic­o? ¿Hará, tal vez, una exploració­n similar a la de estas dos novelas, o ya entrevés que romperá la serie en una dirección distinta?

–Después de dos novelas escritas y otras dos publicadas creo que cada una continúa la temática de la anterior y al mismo tiempo abre una serie distinta. ¿Qué van a tener en común la primera y la última que escriba? Mientras tanto, tengo varios proyectos de novela y estoy eligiendo cuál empezar. Un auténtico novelista jamás se aburre.

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(MDZOL.COM) Definicion­es. “Escribo literatura de viajes digitales, literatura de migración tecnológic­a”, afirma Martín Castagnet.

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