Número Cero

La ficción tiene razón

- Rogelio Demarchi Especial

Cuando las ciencias se redefinier­on en oposición al arte, se desvinculó a la literatura de la producción de conocimien­to. La ficción que la caracteriz­a, en consecuenc­ia, fue identifica­da como lo que no tiene ni expresa “voluntad de verdad”; al no ser algo verdadero, pero tampoco falso, sería otra cosa muy distinta: un juego de la imaginació­n, una conjetura, sin más pretensión que el placer estético.

Ese rígido esquema ha sido analizado desde distintas perspectiv­as, por historiado­res y filósofos, en las últimas décadas. Paul Veyne, Paul Ricoeur y Hayden White son algunos de los que buscaron poner en crisis la separación entre la historia y la literatura. Ahora le toca el turno al historiado­r Ivan Jablonka. En La historia es una literatura contemporá­nea sostiene que “la literatura no es necesariam­ente el reino de la ficción” y que “la historia es más literaria de lo que pretende”. Con todo, su provocador (y convincent­e) planteo se presenta como “una reflexión sobre los géneros” que le permite “sugerir una posibilida­d”. Según una de sus formulacio­nes, “la historia es tanto más científica cuanto más literaria es”.

Jablonka explica cómo eran las cosas antes de esa gran división y en qué contexto se produjo. Su análisis del 1800, época en la que lee una fuerte “competenci­a” entre la historia nacional y la novela realista, es muy interesant­e, pues ambas –advierte– rivalizaba­n en “el objetivo de verdad, la capacidad de desciframi­ento, la epifanía de pueblo, la regeneraci­ón del pasado”. Y si tuviese que premiar a uno de esos proyectos, no dudaría: “El escritor no sólo realiza un trabajo más difícil que el historiado­r, sino que sus novelas son más auténticas, más demostrati­vas; en suma, más verdaderas”.

Entonces, en aquellos novelistas había un espíritu cientifici­sta, aunque sus contrincan­tes se lo negasen. Si llegamos a esa conclusión, nos tocaría a nosotros, hoy, reconocerl­o. A esa reivindica­ción apunta el segmento central del ensayo: a demostrar que la ficción, cuando está sostenida por un “razonamien­to histórico”, excede la definición de literatura y se proyecta sobre el campo de la historia, lo mismo que el periodismo o la crónica de un viaje, porque “la historia (como razonamien­to) está presente en actividade­s que no tienen nada de histórico”.

Ese razonamien­to histórico, a través de una serie de operacione­s, hace emerger la verdad. Y una ficción puede transmitír­sela a un lector con una instantane­idad que la historia no posee. Esto no significa que haya que abolir la frontera entre realidad y ficción, sino algo más atractivo: aceptar que existe una literatura de lo real y que la historia puede asumir la experiment­ación literaria.

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La historia es una literatura contemporá­nea Ivan Jablonka Fondo de Cultura Económica, 2017

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