UN TESORO A LA DERIVA
LA CASONA DE CRUZ CHICA SOBREVIVE SIN APOYO OFICIAL.
La situación de la casa de Manuel Mujica Lainez es acuciante. Se trata de un tesoro a la deriva del que muy pocos se hacen responsables, y en muchos casos sólo por la empatía y no por obligación, como sería el caso del Estado.
La novela transcurre en ese lugar conocido como El Paraíso, que siempre estuvo arrullado en los brazos del desinterés y del abandono. Desde que su dueño dejó este mundo y a medida que los responsables de las llaves fueron envejeciendo, la cantidad de compromisos con ese patrimonio fue decreciendo.
“Esta casa bien podría ser, no sólo un atractivo cultural, sino también turístico –reflexiona Reyna Carranza–. Hay un poco de desidia y la cultura es siempre la parienta pobre en la admi- nistración y en el reparto de fondos”.
–Parece que lo que sostiene la propiedad es el voluntariado.
–Esa casa está abandonada por el Estado, y de no ser por el apoyo de una fundación que de manera desinteresada hace un aporte, no sé qué pasaría. Esa fundación se comprometió hasta marzo del año que viene a seguir ayudando con el sueldo de las tres personas que se encargan de mantenerla abierta. El tema es qué pasará después, cuando se termine la ayuda.
–¿Es cierto que faltan objetos de valor?
–Claro. En vida de “Manucho”, se calcula, había más de 20 mil libros, e incluso algunos incunables, o libros cuyos ejemplares sólo estaban en la biblioteca del Vaticano y acá. Esa fue la que saquearon, llevándose libros del siglo XV, que valen una fortuna; había tratados de magia, de demonología, un Atlas de 1600. Sé de muy buena fuente cuáles son los que desaparecieron: había libros autografiados a Mujica de lugares de todo el mundo.
–¿De dónde salieron todas esas reliquias?
–No te olvides de que “Manucho” era un tipo inquieto, cultísimo, muy extravagante. Y todo eso encierra esa casa, un símbolo de una época en Argentina, y también un lugar único porque ahí vivió el autor de una de las novelas de la lengua castellana más importantes de la literatura. La riqueza luminosa de esa literatura es un disfrute.