Número Cero

¡Vade retro, sanatas!

- DEMIAN OROSZ

Meter mano en los asuntos celestiale­s es un atributo reservado a pontífices y comisiones teológicas, que cada tanto se ocupan de rediseñar los caminos del más allá, retocar las zonas que ya nadie visita e incluso abrir o cerrar los recintos divinos según la necesidad del momento. En 1999, a instancias de Juan Pablo II, el Cielo y el Infierno dejaron de ser lugares físicos para convertirs­e en estados espiritual­es (el Cielo es la presencia de Dios; el Infierno, su ausencia o su lejanía). Otras parcelas ultraterre­nales también han tenido que enfrentar reformas. Desde hacía muchos años se venía trabajando con devoción e imaginació­n en la posibilida­d de clausurar del Limbo, lo que finalmente se concretó en 2007. La Congregaci­ón para la Doctrina de la Fe fue la encargada de dar de baja a ese espacio de consolació­n para las almas de los niños muertos sin bautismo, aunque hasta el momento nadie sabe muy bien adónde fueron a parar sus inquilinos.

La rehabilita­ción del infierno fue una de las tareas en las que se empeñó Benedicto XVI, quien decía que su antecesor en el trono de Pedro “era más poeta que teólogo”. El infierno existe y es eterno, dictaminó el papa alemán, negando que ese sitio para el padecimien­to y el castigo por los siglos de los siglos deba ser entendido como una metáfora o un resabio superstici­oso. El papa Francisco también se inclina por otorgarle plena existencia al infierno, y no se cansa de recordarle a la humanidad cuáles son las tretas y mañas de su dueño.

En una homilía pronunciad­a el 30 de octubre de 2014, Francisco afirmó: “A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡Lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios!”. Unos días antes, el papa argentino había reforzado la idea en su mensaje a una asociación de exorcistas señalando que “la astucia del diablo es precisamen­te hacernos creer que no existe”.

Creer o reventar. Entre otras sanatas sobre Satanás, se viralizó a principios de la última semana una entrevista en la que Francisco sostiene que México es víctima de una venganza demoníaca. “Yo pienso que a México el diablo lo castiga con mucha bronca”, expresó. Y agregó: “Creo que el diablo le pasó la boleta histórica a México ¿no?”.

La entrevista ya tiene varios meses. Fue realizada a principios de 2017, pero volvió a adquirir repercusió­n tras la seguidilla de catástrofe­s naturales que azotan a México, como los terremotos que recienteme­nte se cobraron más de 300 víctimas. El castigo diabólico al que se refiere su Santidad es la desaparici­ón de los 43 estudiante­s de Ayotzinapa, una masacre que permanece impune desde hace tres años. Lo que se le escucha decir en el video no es, por lo tanto, su “explicació­n” de los huracanes y los movimiento­s telúricos, pero está perfectame­nte en línea con sus conviccion­es sobrenatur­ales concernien­tes a las cosas de Mandinga.

El improvisad­o y precario argumento teológico de Francisco es que el Maligno no le perdona al pueblo mejicano su devoción por la Virgen de Guadalupe: “México es privilegia­do en el martirio por haber reconocido, defendido a su madre”. Una insólita combinació­n de pensamient­o mágico y disparate moral que cuesta tomarse en serio. ¡ Vade retro, sanatas!

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