La gran embustera
Hace poco días, Sebastián Estevanez y Eleonora Wexler estrenaban Golpe al corazón, una nueva novela en la televisión, con un papelón: interpretando a enfermero y a médica, realizaban una resucitación cardiopulmonar en la calle, pero lo hacían de a dos, sobre el cuerpo de la víctima de espaldas, mientras se miraban con pasión. Las redes sociales no se la dejaron pasar y se rieron bastante a costa del error.
Tras el desacierto, uno puede criticar, se puede divertir, pero cabe la pregunta: ¿tiene siempre la ficción la obligación de transmitir certezas y exactitudes a su público? ¿Es función de la ficción educar a la audiencia? Está claro que no siempre el contexto es prioridad para los escritores o guionistas. Muchas series, sin embargo, cuentan con asesores en su plantel que los orientan sobre algunas especificidades.
House of Cards tiene consultores políticos, Doctor House tenía médicos, Breaking Bad tenía químicos y The Big Bang
Theory tiene científicos, por citar algunos ejemplos. No intervienen en el libreto, pero constatan que cuando se habla de un asunto en particular, el tema sea tratado con la mayor corrección posible. El objetivo es en definitiva uno solo: hacer verosímil la narración.
De todas maneras, el resto es cuento y la última palabra les quedará siempre a los libretistas. Si físicos o ingenieros tuvieran a cargo hacer los remates de humor de una sitcom, habría que ver cómo queda. O si le hubieran preguntado a un científico si viajar en el tiempo era posible, entonces
Volver al futuro nunca habría llegado al cine. Muchas cosas se pasarán entonces por alto por ser difíciles, complejas o simplemente porque no son viables a la hora de rodar. O son aburridas.
Así, se han trasmitido en la pantalla muchísimos errores que se repiten a perpetuidad. El cloroformo no te duerme enseguida, hace falta respirarlo durante cinco minutos para lograr el efecto. No se puede hablar con tus amigos cuando saltas en paracaídas porque el ruido es ensordecedor. La policía necesita al menos una hora para rastrear una llamada. No se puede disparar dos armas al mismo tiempo ni sacar el seguro de una granada con los dientes, porque te quedarías sin dientes. El agua del inodoro no gira necesariamente al revés en el hemisferio Norte, el efecto Coriolis afecta más a grandes masas de agua o a huracanes. En fin, la lista sigue.
Tampoco es cuestión de dejarlo pasar. Las redes sociales pueden ser un buen instrumento para poner en evidencia estos errores y, de paso, corregir, así como pasó con Golpe al corazón. El científico Neil deGrasse Tyson echó mano recientemente de su cuenta de Twitter para analizar muchas leyes de la física y biología aplicadas en Juego de tronos que, sabemos, es una historia de fantasía que tiene dragones y zombis. No está de más y propone un juego entretenido para la transmisión de algunos conocimientos. Pero algo queda claro: la ficción no es un maestro ni tiene la obligación de serlo. No hay que creer todo lo que vemos en televisión.