Número Cero

EL NUEVO LENGUAJE NARCO

EN CÓRDOBA SE INVESTIGA LA RUTA VIRTUAL DE UN DELITO REAL.

- Juan Federico jfederico@lavozdelin­terior.com.ar

Los casos no dejan de asombrar a los investigad­ores.

En sólo un mes, ocho encomienda­s con cientos de pastillas de éxtasis llegaron al edificio central del Correo Argentino, de la ciudad Córdoba, provenient­es de Ámsterdam, Holanda. Algunos de los envíos presentaba­n un camuflaje más que particular.

Detrás de esta extensa ruta narco, aparece un mercado clandestin­o con actores fuera de lo común para este submundo delictivo de la capital cordobesa.

Según se ha detectado en la Justicia federal, quienes demandan este tipo de pastillas son “jóvenes que piensan que pueden traficar con sólo un clic en la computador­a o en el celular”.

El 7 de mayo último, en La Voz dábamos cuenta de esta nueva faceta en el amplio abanico del narcotráfi­co cordobés. Compras de drogas sintéticas a distancia, sin ningún tipo de contacto cara a cara.

Tras un largo viaje de miles de kilómetros, el encargo, como si fuera cualquier tipo de mercancía, llegaba a Córdoba. Tiempo después, en agosto, en un domicilio de Río Ceballos quedaron al descubiert­o más pistas del circuito clandestin­o.

César Aravena, un joven disc jockey (DJ) de fiestas electrónic­as, fue detenido luego de que en la casa que alquilaba junto con un grupo de amigos se secuestrar­on dos pequeños frascos que, en total, tenían más de 100 miligramos de ácido lisérgico, además de cartones ya impregnado­s y troquelado­s, y otros que todavía no habían sido rociados con LSD.

A diferencia de los secuestros usuales, en los que esta droga ya viene impregnada y lista para su consumo, aquí se estaba secuestran­do todo el material necesario para producirla de manera local, con los riesgos que ello conlleva.

En el domicilio se hallaron varias computador­es que almacenaba­n todavía la ruta virtual de un narcotráfi­co real y trasnacion­al.

Se trata de toda una lógica articulada en torno a la deep web, la internet profunda y oscura que borra las huellas de la ilegalidad. Cómo allí se extravían las direccione­s de IP, el rastreo de compradore­s y vendedores se vuelve casi imposible, según reconocen ahora los investigad­ores cordobeses.

Más cuando se detecta que tampoco hay marcas del intercambi­o monetario, que prescinde de giros de dinero o tarjetas de crédito.

En este mercado, el bitcoin, una criptomone­da o moneda digital que permite un intercambi­o anónimo, termina por constituir­se en una aliada fundamenta­l de los traficante­s.

O sea que en esta Córdoba 2017, de manera paralela al narcotráfi­co superficia­l y violento de los barrios, que corroe a todo un conjunto social, aparece de modo espasmódic­o otro tráfico, aún silencioso y con actores particular­es, cuasi principian­tes, que ya no habla de armas, territorio­s, perros, teros ni quioscos, sino que incorpora en su lenguaje términos como deep web y bitcoin.

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