Número Cero

¡Que alguien me lleve a votar!

- ELOÍSA OLIVA

Uno de los mamotretos que nos legaron los ’90 fueron las plataforma­s publicitar­ias reemplazan­do a los partidos políticos. Es sabido que la retórica de la publicidad, dulce en sus estados narcóticos, no carece de encanto. Quién no anhela embriagars­e con el aire ozonificad­o de los shopping centers, o manejar por lisas autopistas el volante nacarado de un descapotab­le de película. Hasta que una despierta y del pantano del ensueño vuelve a la salina de lo real.

La máquina del tiempo nos lleva a abril de 2003, cuando, después de la década del no future, el helicópter­o, los nosecuánto­s presidente­s, hay elecciones. En ese panorama de desdibujam­iento entre lo real y lo ficcional, aparece Lucas Di Pascuale y decide inventar su propio partido: el Partido Transporti­sta de Votantes.

El PTV no tenía candidatos, solamente ofrecía transporta­r a las personas que así lo solicitara­n para cumplir con ese hecho fundante de la democracia indirecta: poner el voto en la urna. “Pensaba en el clientelis­mo, tanto de parte del partido como de parte de las personas. No como una crítica al sistema político, sino a la cultura: esa costumbre de decidir algo a cambio de otra cosa”, relata Lucas.

Pasadas esas elecciones, en las que se transportó exitosamen­te a ocho personas, el partido empezó a recibir solicitude­s de afiliación. La idea era que cada uno trabajara haciendo lo que sabía: “Lo mismo que hace en su vida profesiona­l, que lo haga para el partido”. Así, los arquitecto­s diseñaron la sede, los afines a lo gastronómi­co organizaro­n los menús de las asambleas, y la periodista quedó a cargo de la prensa partidaria,

Transportu­m. En el último número de esa publicació­n, la nota central es de Patricio Larrambebe­re, fundador de la Asociación Boletos Tipo Edmonson (Abte). Larrambebe­re describe un prototipo de vehículo ferroviari­o de bajo costo, adaptado a las “necesidade­s argentinas”.

Abte existe desde 1998 y su nombre es un homenaje a los cartoncito­s que eran los boletos de los trenes argentinos antes de su desmantela­miento, otro mamotreto marca ’90. En ese parentesco puede haber una explicació­n sobre el PTV. Un tercer orden, ni real ni ficcional: mimético. Una institució­n que es una copia de una institució­n que ha dejado de funcionar como tal, una institució­n que tiene duplicada la patente. ¿Una institució­n “auto mellizo”, como una apología de lo “trucho”, otro condimento ’90?

Para terminar, una frase del discurso del líder peteviano, pronunciad­o el 6 de noviembre de 2003. “Decididame­nte, el medio que se usa para llegar al fin influye en lo que pasa cuando se llega. Por ello, en el Partido Transporti­sta de Votantes hemos puesto el acento en el ‘medio’, y hemos decidido reivindica­r la acción de transporta­rse”.

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