Número Cero

Simpatía por el demonio

- Rogelio Demarchi Especial

Un buen día, uno descubre, accidental­mente, que fue amigo de un demonio. Él está ahí, en la portada de los diarios, acusado de ser un asesino serial. Y entonces uno se deja llevar por la montaña rusa de la memoria, gracias a cientos de días de escuela, tardes de confesione­s, jornadas enteras dedicadas a la infinita aventura de la adolescenc­ia que han transcurri­do en complicida­d con el susodicho. Si éramos tan iguales, ¿cómo es que ahora somos tan diferentes? ¿Alcanza con decirnos que entonces tal vez no éramos tan iguales?

Sobre esa base, que tiene algunos componente­s autobiográ­ficos, el colombiano Evelio Rosero (foto) ha escrito Toño Ciruelo, una novela que indaga en esa relación tan particular que se establece entre Heriberto (Eri, el narrador) y Antonio (el endemoniad­o Toño).

Nacidos a finales de los años 1950, Toño y Eri se conocieron en el colegio, cuando tenían 14 años, y fueron grandes amigos. Luego, como suele ocurrir, se distanciar­on. Pero cada tanto se han cruzado en distintos ambientes, o alguna informació­n sobre las andanzas de Toño ha permeado cada tanto los círculos universita­rios y culturales a los que se incorporó Eri. Y de golpe, cuando ambos rondan los 50, Toño, descompues­to y alterado, toca la puerta del departamen­to de Eri.

Por supuesto, todo el pasado se vuelve presente y la palabra se torna necesaria para tratar de entender esa cosa dual que nos pasa con el demonio, que por lo general nos seduce al mismo tiempo que nos provoca aversión.

Lo onírico y lo escatológi­co son dos com- ponentes relativame­nte habituales en las ficciones de Rosero (como en

La carroza de Bolívar o en la muy justamente premiada Los ejércitos), y esta no es la excepción. Al contrario, el increíble reingreso de Toño en la vida de Eri, en la primera página, no sería verosímil si no fuera por la potencia de lo escatológi­co.

Otra caracterís­tica de la narrativa de Rosero es su vinculació­n con la trágica historia colombiana, marcada a fuego por la violencia: Toño pertenece a la clase alta, y su padre es un importante senador que muere junto a su mujer en un atentado, pero eso no quiere decir que la novela caiga en el relato político. Es sólo un dato insoslayab­le que señala origen y devenir del personaje retratado. Personaje en el que encarnará, finalmente, el fantasma de la violencia al que –Rosero lo ha dicho en este diario en una entrevista en 2012– cada niño de su generación aprendió a encontrar cotidianam­ente “a una vuelta de esquina”. Toño Ciruelo es una novela potente que habla de una sociedad impotente: “En este país –dice Toño– la Justicia colabora con los Monstruos y, ¿cómo no?, está en manos de Monstruos”.

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 ??  ?? Toño Ciruelo Evelio Rosero Tusquets 272 páginas $ 329 Eri descubre que uno de sus amigos de la vida se ha transforma­do en un asesino serial, con la turbulenta Colombia como escenario.
Toño Ciruelo Evelio Rosero Tusquets 272 páginas $ 329 Eri descubre que uno de sus amigos de la vida se ha transforma­do en un asesino serial, con la turbulenta Colombia como escenario.

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