El tabú rojo
Hace algunas semanas, una marca de toallitas lanzó un aviso atípico. La publicidad arranca con la infaltable prueba de absorción. Pero esta vez no hay azul inverosímil: el líquido que se derrama es de color rojo, como la sangre. La secuencia sigue con un chico que compra toallitas en un supermercado y un hilo de sangre que cae por las piernas de una mujer cuando se baña, entre otras imágenes que muestran con naturalidad escenas cotidianas asociadas a ese momento del ciclo.
El aviso de Body Form se llama “Blood normal” (sangre normal), y, por oposición a lo habitual, es una pequeña muestra de las dificultades que persisten para referirse a la menstruación.
Semanas atrás, la actriz Anita Pauls subió a Instagram una foto en la que tenía una bombacha manchada de rojo. La furia de los comentaristas fue inmediata. En un video que completó la exaltación de los “haters”, contó que era parte de una campaña para promover las relaciones sexuales cuando se está menstruando. La joven osó transgredir normas que están implícitas pero son muy fuertes: mostrar lo que históricamente se enseña a mantener oculto y, encima, presentarse como una mujer deseante.
Pasan los años y la menstruación sigue siendo un tabú. La dificultad para nombrarla es directamente proporcional a la cantidad de eufemismos con la que se la llama. Como si hubiera algo vergonzoso, ofensivo y peligroso en eso que enmascaramos, callamos y, como consecuencia, conocemos poco o mal.
Cuando el período se saca de la más estricta intimidad, comienzan la incomodidad y el rechazo social. Sigue arraigada la idea del cuerpo sucio que hay que esconder, como ese paquete de toallita que se mete fugazmente en el bolsillo antes de ir al baño.
Lo preocupante es que el tabú es incluso política de Estado. El tema está prácticamente ausente en la agenda de salud de las mujeres. En el último tiempo surgieron campañas y proyectos de ley que buscan, entre otras cosas, que haya provisión gratuita de productos de gestión menstrual y que estos artículos sean conside- rados de primera necesidad para dejar de pagar IVA.
En los ’70, la periodista estadounidense Gloria Steinman se preguntó qué pasaría si los hombres menstruaran. Y escribió un texto cargado de ironía: “La menstruación sería un acontecimiento de hombres totalmente envidiable y del que se podría presumir. Los hombres hablarían del tiempo de duración y de la cantidad de su período. Los muchachos celebrarían el inicio del período –ansiada prueba de su masculinidad– con rituales religiosos y fiestas sólo para hombres”. 40 años después, el tabú sigue siendo tan grande que ni siquiera puede ser rojo. Resulta más inofensivo en color azul.