Ser y parecer
La viralización del audio de “la Cheta de Nordelta”, un personaje reciente, vino a recordar que cualquiera puede ser diseccionado bajo la mirada pública.
Ser y parecer, esa es la cuestión. Desde aquellos días en que el pensamiento surgió para explicar el mundo, existen conceptos que expresan perplejidades. En esta época en la que reina la apariencia por sobre la esencia, los falsos oropeles son arrebatados con enorme satisfacción.
“La Cheta de Nordelta”, un personaje reciente, vino a recordar que cualquiera puede ser diseccionado bajo la mirada pública.
El nombre y apellido de la cirujana que envió el audio de WhatsApp no reviste tanto interés como objeto de burla. Mantenerla en los límites de la ficción, convertirla en un personaje popular, posibilita tomar distancia para la sátira. Probablemente todo usuario de WhatsApp haya enviado un audio igualmente repudiable, pero la concentración de clichés de clase alta convirtió a la cirujana en un caso altamente inflamable.
Tan rápido como su viralización surgieron los memes, parodias y manifestaciones que reaccionaron con un profundo sentido de identidad nacional. Incluso los famosos que viven en la misma ciudad del partido de Tigre repudiaron con bromas los dichos de la “Cheta de Nordelta” enarbolando mates y reposeras.
Repudio general
Pero más allá de la agresiva descalificación de sus audios, merece la pena detenerse en el porqué de la masividad del repudio y en el atractivo de esa masividad.
¿Por qué destinar el odio a una persona que piensa lo mismo que tantos otros de su clase?
¿Causaría el mismo efecto si un multimillonario comunicara las mismas ideas, o resultaría una obviedad intrascendente?
Que no se trate de una persona de enorme prestigio perteneciente a una elite parece redoblar los esfuerzos de la burla. Ese gesto se corresponde con una versión argentina y clasista de la comedia norteamericana La venganza de
los nerds (1984), con algunos tintes irónicos: en ocasión de su tan deseado ascenso social, la cirujana intentó alejarse de las personas “visualmente no muy buenas” que ahora encuentra rodeando su pileta. Esos vecinos con perros que gritan le recuerdan a la nordelteña su lugar de origen.
El personaje de “la Cheta de Nordelta” es un recordatorio de que la aspiración aristocrática argentina no se corresponde necesariamente con la clase social. Así como sucedió en 2015 con “el Gigoló”, la tendencia natural de la sociedad se encargó de desenmascarar una superioridad basada únicamente en falsas apariencias.
¿PORQUÉ DESTINAR EL ODIO A UNA PERSONA QUE PIENSA LO MISMO QUE TANTOS OTROS DE SU CLASE?