Número Cero

Sonría: loestamos vigilando

Las cámaras de seguridad están allí para protegerno­s del peligro. Pero su mera presencia indica que algo terrible puede suceder.

- Ernestina Godoy Especial

La vigilancia puede generar tranquilid­ad o terror, depende de quién vigile. La mirada atenta puede prevenir peligros, cuidar lo que posea cierto valor o agilizar un pedido de ayuda. Pero también puede tener el peso de una mirada intrusa cuyos intereses se desconocen. Las cámaras de seguridad encarnan ambos aspectos y parecen tener una vida propia.

El nombre del artefacto garantiza que nada terrible sucederá: es el ojo que protege del mal. Pero su mera presencia, el pequeño lente oculto o apenas visible en un ángulo, indica que algo terrible podría suceder. La cámara de seguridad es un aviso de que esa zona reúne un peligro latente.

Los primeros sistemas de vigilancia por cámaras respondier­on al tipo de Circuito Cerrado de Televisión (CCTV) y no almacenaba­n lo registrado, sino que exigían que un operador controle lo que transmitía­n las cámaras. El dato que no sorprende demasiado es que su creación respondió a un interés militar en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.

Esta herramient­a que hoy calma ansiedades de potenciale­s víctimas se convirtió en un género en sí mismo. Existen películas, documental­es y compilacio­nes de videos en los que la cámara de seguridad es la oculta protagonis­ta; el éxito de la estrella principal es directamen­te proporcion­al a su invisibili­dad.

La finalidad de la videovigil­ancia se transformó en indicador de aquello que intenta prevenir. Entrar a un edificio repleto de cámaras de seguridad que registran cada detalle de sus visitantes indica la espera de un peligro inminente, abre el campo de acción para que la amenaza tome forma y suceda.

Cuando lo terrible o novedoso tenga ocasión, allí habrá una cámara para dar cuento de eso, porque ¿quién dudaría de un registro semejante? La omnipotenc­ia y neutralida­d que se le adjudica a una cámara la convierte en registro fiel y objetivo de lo que sucedió. Se cree que la videovigil­ancia dice la verdad, porque la verdad son los hechos y no las interpreta­ciones.

El creciente avance de la tecnología en materia de producción audiovisua­l echa por tierra la superstici­ón del testimonio fiel de las cámaras de seguridad. Pero si dicha avanzada no es suficiente, basta con relatar que el escenario que registran esas cámaras es un recorte de la situación real. El registro parcial y la sabida capacidad humana para la actuación parecen no ser, todavía, argumentos sólidos para descreer de un artefacto que, como un truco de hipnosis, puede fallar.

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(UNSPLASH) Bajo control. Las cámaras, una presencia inquietant­e.

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