El arca de Uhart
Qué especie tan particular, los textos de Hebe Uhart. ¿Escribe cuentos, retratos, crónicas,
ensayos, una extraña biografía velada, un diario de viaje constante, o se trata, más bien, de un modo de mirar, de escuchar y de pensar que impregna las palabras y las formas y hace de ellas su propio espécimen? ¿Cómo describir, cómo desmontar lo “uhartiano”, cómo atrapar en palabras ese estilo indómito?
En Animales, Uhart lo hace de nuevo: le da rienda suelta a su incansable curiosidad y a su humor sardónico para hablar de eso mismo: animales. Pero en lugar de montarse tradicionalmente en un dispositivo zoológico (un texto para cada especie), en un espacio físico concreto (la ciudad o el campo) o en un tiempo histórico (el pasado o el presente), Hebe va de aquí para allá: hay un texto sobre el ecoparque porteño, otro sobre el Zoo de Lima, una perra rollinga en un paseo de plaza, varios textos sobre diversos pájaros, sobre monos, otro sobre las observaciones y experimentos del director de un jardín zoológico a comienzos del siglo 20, otro sobre el clásico libro de los animales de Claudio Eliano, otro sobre el Zoo Channel, y un par de entrevistas.
La curiosidad autodidacta no sólo salta de un lugar de investigación a otro: también lo hace el foco de atención. Porque de pronto a Uhart la intrigan ciertos modismos (“lengua de víbora”, “no gastar pólvora en chimangos”), ciertos rasgos animales (la memoria de las golondrinas, el plumaje de los pájaros selváticos, los hábitos de los monos), detalles biográficos de archivo (la vida de Lorenz, la vida de Thoreau, que llamaba a los trenes “caballos de hierro” y que decía que lo único que le faltaba a las hormigas era cantar himnos nacionales), el comportamiento de los animales humanos (una pareja en un bar cerca del ecoparque, paseadores de perros, payadores) y un etcétera caleidoscópico.
El libro de Uhart se suma a esa trilogía animal editada en Argentina en estos últimos meses: comparte podio con El peregrino, de Baker (Sigilo Editorial); y Anzoología, de Leopoldo Castilla (Editorial Nudista): tres libros diferentes sobre una época en extinción, para llevarse a una isla.
Felisbertiana, szymborsquense (la Szymborska de las notas periodísticas), ¿montaignesca de siglo 21?, es hasta difícil precisar cuándo y cómo empieza (¡y cuándo termina!) un texto de Uhart. Su vocecita, su modo de decir y de curiosear se queda hormigueando: con este y con cualquier libro de ella, una vez que empezamos, ya entramos ahí. Esa es, quizás, una de las claves de su literatura: no son libros, es el arca de Uhart.