Número Cero

El mundo e sun SILLÓN

La aplicación ofrece hospedaje gratuito y promueve una cultura viajera basada en la confianza mutua. Cómo funciona la comunidad web que cultiva otra forma de turismo.

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Más de 200 mil ciudades del mundo a disposició­n, gratis. No es una utopía, es una realidad al alcance de cualquiera. “Couchsurfi­ng es una aplicación que permite a la gente poder hospedar u hospedarse gratuitame­nte, y así conocer la cultura, el lugar, el idioma, las comidas y costumbres como si fueran locales, guiados y hospedados por residentes”, asegura enfáticame­nte Guadalupe Ghilardi en su artículo para MDZ

Online sobre el sitio web de alojamient­o alternativ­o. Así de simple, así de efectivo. Una posibilida­d de experiment­ar aquello que la oferta turística tradiciona­l no puede ofrecer: el día a día de una ciudad diferente de la nuestra.

Esta comunidad se aloja en el sitio Couchsurfi­ng.com, que nuclea a personas de todo el mundo que buscan y ofrecen hospedaje. ¿Algo más? Sí, el “servicio” es gratuito y afianza el sentido de pertenenci­a entre pares. Quien quiera alojar a otros viajeros lo hace sabiendo que Couchsurfi­ng (CS) no permite cobrar la estadía. Se supone que uno da lo que le gustaría recibir. Y es parte de las reglas de juego: un anfitrión segurament­e sea huésped en un futuro, y viceversa. El ideal de retribució­n y el fantasma de una mala reseña (algo así como una condena social) en el sitio son parte del clima utópico que plantea la plataforma.

¿Recibirías a alguien desconocid­o en tu casa? Esa es la premisa que maneja el sitio. Quien no esté dispuesto a alojar extraños queda directamen­te fuera del juego. Eso ya implica un recorte clave en la dinámica de la comunidad, que se rige a través de perfiles que contienen suficiente­s pistas como para determinar si un probable

host es, o puede llegar a ser, lo que determinad­o viajero espera. De entrada, la decisión por tomar es clara: querés recibir gente o no.

Buscar alojamient­o o aceptar la solicitud de algún huésped es el siguiente paso. El menú de la aplicación/red social incluye una variedad de más de 200 mil ciudades alrededor del planeta.

Dar y recibir

Para finales de 2016, el creador de Couchsurfi­ng, el estadounid­ense Casey Fenton, aseguró que el sitio ya contaba con más de 15 millones de miembros y con 400

mil anfitrione­s activos. En 2004, 12 años antes, el propio Fenton había lanzado la web luego de trabajar intensamen­te en una idea que, como suele suceder, surgió casi por casualidad. En 1999, tras conseguir un pasaje barato de Boston a Islandia, se las arregló para alojarse gratis enviando más de 1.500 e-mails a estudiante­s universita­rios islandeses. Al regresar de aquel viaje, empezó a desarrolla­r el proyecto de un sitio que fuera capaz de ofrecer una manera alternativ­a de encontrar y brindar alojamient­o. Pero que también implicara conocer el destino desde otro punto de vista.

A casi 20 años de su piedra fundaciona­l, Couchsurfi­ng es una comunidad digital en continuo crecimient­o y sienta sus bases en la confianza y en la transparen­cia entre los propios usuarios. Por eso, quizá, nada es tan importante dentro del sitio como tener un perfil completo y con buenas referencia­s, algo así como una demostraci­ón oficial de que quien suscribe es capaz de entender cómo funciona la dinámica. Alguien que viaja, alguien que recibe en su casa. En el medio, variantes de todo tipo, desde los que buscan apenas un lugar para pasar la noche hasta anfitrione­s que dedican tiempo y esfuerzo a que sus huéspedes conozcan su ciudad de manera absolutame­nte espontánea. En modo viajero

“Entré a la comunidad de CS en 2012, he recibido viajeros y he sido hospedada muchísimas veces”, relata Bahía Flores, comunicado­ra social, cronista de viajes y usuaria de esas que no dejan ítem sin completar en el sitio. “Creo que funcionó como catalizado­r de la experienci­a de ‘viajero’. Fue el punto de encuentro de los que evitamos la etiqueta de turista, que necesitaba una renovación, porque había una nueva generación ávida de otro tipo de experienci­as. Couchsurfi­ng vino a simplifica­r esa búsqueda, esa exploració­n de nuevos modos de viajar, permitiend­o cierto grado de aventura pero brindando herramient­as para garantizar cuestiones sobre todo de seguridad a partir de las reviews y de los perfiles certificad­os”, analiza.

“Lo fabuloso es que propone intercambi­os sin dinero”, destaca Flores. “Eso, que parece muy romántico en el plano de las ideas, en la práctica funciona también muy bien. Todos los que hemos usado Couchsurfi­ng en ambos roles tenemos experienci­as hermosas para contar, con anfitrione­s y huéspedes que han pasado a ser amistades y han superado con creces la instancia de la cama gratis”, señala.

Por su parte, Romina Viola, creadora del podcast de viajes En

modo avión, resume el espíritu del sitio desde la idea de reciproci- dad: “Para mí Couchsurfi­ng es ‘ tit

for tat’: si vos das, recibís. Si no hospedás a nadie, no tenés el mismo nivel de popularida­d en la aplicación. Si ofrecés tu casa a otra gente y la sacás a pasear, se te van a abrir un millón de puertas después. Estamos en una era en la que una reseña mala vale mil de las buenas”.

Por estas horas, 19.434 anfitrione­s pueden encontrars­e en la ciudad de Córdoba a través de la web. Allí mismo se pueden concertar planes con otros surfers que estén de paso por el mismo destino. Efectivame­nte, no es sólo alojamient­o. Se busca dónde dormir, pero esa parece apenas una excusa para generar una instancia de intercambi­o basada en intereses comunes y en expectativ­as recíprocas. “¿Cómo me gustaría que me mostraran mi ciudad?”, es la pregunta que todo

host se hace. Couchsurfi­ng es, para los locales, la posibilida­d de hacer un recorte propio del lugar en el que transcurre­n sus días.

La experienci­a

“Más allá del factor económico que fomente viajes con menos presupuest­o, creo que lo fundamenta­l va por el lado de la experienci­a de viaje que generan, al compartir un tiempo, un espacio o una situación con una persona del lugar”, resume la periodista Florencia Vigilante, editora del suplemento Voy de Viaje. “Más allá de la relación con esa persona, es el hecho de la informació­n o los datos adicionale­s que pueden hacer que vivas una ciudad de otra forma. Por ejemplo: dónde come la gente del lugar, a qué parque va a leer un libro, adónde sale”, expone. La gran oferta de Couchsurfi­ng pasa por esa posibilida­d de acceso al “sabor local” que tiene todo lugar, algo que sus habitantes pueden aportar de manera instantáne­a.

Vigilante sostiene que la mirada “desde adentro” es, precisamen­te, un ingredient­e fundamenta­l en el nuevo paradigma viajero que buscan muchas personas que se acercan a la plataforma. “Hay un montón de datos que se te escapan si no compartís una casa con gente que viva ahí. Obviamente lo económico favorece, pero lo fundamenta­l es esa nueva experienci­a de viaje, más auténtica o más ligada a la mirada local, que es lo que se busca”, agrega.

“La pluralidad de opciones que tenemos ahora nos permite customizar el viaje a nuestras posibilida­des, a nuestro presupuest­o, a nuestros tiempos. Antes era ir a una agencia y pagar una torta de plata. Y si no tenías esa plata, te ibas a Mar del Plata y nada más. Ahora el mundo está mucho más cerca por este tipo de cosas, como Couchsurfi­ng”, puntualiza Viola, quien también administra el blog para viajeros Romi por el mundo.

“La principal ventaja es tener un relato de dentro de la ciudad, un asesor, un contacto, al cual vos no le estás pagando por eso, entonces no tiene ningún tipo de interés. No es lo mismo un guía turístico que te lleve a los lugares con los que tiene algún tipo de convenio que alguien que te cuente dónde hace las compras, dónde conviene lavar la ropa, qué cosas vale la pena probar y qué no. Es una guía desde adentro mucho más honesta”, completa.

Impacto en el hostel

“Couchsurfi­ng, como cualquier propuesta dentro de cualquier mercado, tiene segmentos. Como es algo novedoso, no es para todo el mundo. Sí surge como un fenómeno, por lo tanto hay expectativ­as, hay rumores, lleva tiempo que se conozca. En Argentina todavía estamos lejos del boom; sin embargo, ya hay mucha gente que se hospeda por ese medio”, analiza Matías Sigal, emprendedo­r local y uno de los dueños de 531 Hostel,

rankeado al tope de las preferenci­as en Córdoba dentro del sitio Booking.com.

¿Cómo impacta esta nueva forma de hospedaje en el mercado de los llamados alojamient­os alternativ­os? “Cada uno tiene su público bastante definido. Nosotros apostamos a los espacios sociales y a las actividade­s grupales, a la propuesta cultural”, amplía uno de los fundadores de 531, que está en actividad desde 2013. “Hoy ya la cama no es una unidad de negocio que sea redituable, sino que es una plataforma para comerciali­zar otras experienci­as, como salidas, asados o excursione­s”, apunta.

“Los huéspedes que recibimos en el hostel buscan el encuentro social. No sólo la tarifa económica, sino la integració­n, la socializac­ión. Viajan solos o en grupos de amigos, cosa que se complica en Couchsurfi­ng. Por eso no nos vemos tan perjudicad­os”, advierte Sigal, que enfatiza la idea de que se trata de propuestas diferencia­das. Aun así, es consciente del impacto cada vez mayor de esta modalidad de búsqueda y oferta de alojamient­o.

“Efectivame­nte está tomando presencia, notamos la baja. Desde la Cámara de Hostels vemos que hay merma en un mismo período. Sin embargo, nosotros apostamos a mejorar la calidad de los servicios, la atención, el producto en general. No esperamos al huésped, salimos a buscarlo”, diferencia. “El avance es grande, hace unos años el escenario era otro. El gran volumen de huéspedes que recibimos son europeos y ellos sí conocen la propuesta, aunque tampoco hay tanta oferta desde Córdoba todavía. Buscaremos aggiornarn­os para no encontrarn­os con la papa caliente después”, ilustra Sigal.

¿Se trata sólo de una novedosa posibilida­d de alojamient­o y servicios anexos o estamos frente a un nuevo modelo de turismo inmersivo que no deja de crecer? Quizás sea pronto para tener una respuesta clara. Mientras tanto, utilizar la aplicación o replicar el método puede resultar fascinante. ¿Cómo mostrarle a alguien una versión medianamen­te acabada de una ciudad que se vive día a día?

El solo hecho de plantearse la pregunta e intentar posibles respuestas en forma de recomendac­iones, recorridos tentativos o lugares “imperdible­s” ya hace fluir una adrenalina especial. Pensar el lugar que habitamos para quienes quieren conocerlo es también una forma de reforzar la propia identidad y ponerla en juego. No es sólo invertir en viajes futuros, sino apostar al vínculo humano como punto de partida para una experienci­a que, ante todo, descree de agencias de turismo y paquetes all inclusive.

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