Porquéver“Manhunt: Unabomber”
La serie cuenta de manera dramática la investigación para atrapar al famoso terrorista solitario y matemático genial Ted Kaczynski.
Tal vez sea irresponsable decirlo, pero es difícil encontrar un personaje tan fascinante como el Unabomber en la historia del terrorismo de los últimos 50 años. Desde 1978 hasta 1995, cada tanto, aparecía entre los titulares de los diarios del mundo la noticia de un atentado peculiar: una carta bomba que explotaba en las manos de un empresario o de un profesor en Estados Unidos.
El remitente era un enigma. El FBI le puso el apodo de Unabomber, porque sus primeros objetivos fueron universidades (un) y compañías aéreas (a). Pero quienes ignoraban la etimología de esa denominación tenían derecho a pensar que aludía al individualismo del sociópata.
Visto desde el cristal de los actos terroristas que vinieron después, con atentados masivos en capitales del mundo, la estela de sangre y explosiones (tres muertos y una veintena de heridos) que dejó el Unabomber parece a la vez insignificante, arbitraria y de dudosa eficacia en términos de lucha revolucionaria.
No obstante, la extrema minuciosidad y el ingenio puestos al servicio de una causa de raíces románticas –la abolición de la sociedad tecnoindustrial– más el irreductible individualismo del personaje en cuestión elevaron la figura del Unabomber a la categoría de mito anarquista.
Esa fascinación perdura en la serie Manhunt: Unabomber (puede verse en Netflix), protagonizada por Sam Worthington, en el papel del agente del FBI Jim Fitzgerald, y Paul Bettany, en la piel del terrorista y matemático genial Ted Kaczynski. Si bien los cara a cara entre ambos personajes generan los momentos más dramáticos, el hilo de la trama se desarrolla a través de la investigación de las particularidades de la prosa del terrorista, plasmada en sus cartas y en su manifiesto.
Los expertos son las grandes figuras de las series de las últimas dos décadas, desde el doctor House hasta el agente experto en asesinos seriales de la reciente
Mindhunter. En este caso, el talento de los guionistas, liderados por Andrew Sodroski, para volver atractiva una materia tan árida como la lingüística forense llega a momentos sublimes: una palabra escrita en un pizarrón, una pronunciación regional, una peculiaridad ortográfica se transforman en signos vibrantes, con un increíble poder disparador de situaciones narrativas.
Más allá de cierta ingenuidad ideológica –atribuible al propio Kaczynski y que la serie adopta como una pose dirigida al contexto actual de Estados Unidos–, Manhunt: Unabomber es a la vez el espectáculo de una rivalidad mimética y la prueba de que la exposición de un método de investigación puede ser más atractiva que el misterio que debe resolver.