Número Cero

Una industria SIN TAPA

El “boom” de la cerveza artesanal

- Nicolás Marchetti nmarchetti@lavozdelin­terior.com.ar

El fenómeno es mundial. Se estima que en todo el país hay más de mil elaborador­es y Córdoba no se queda atrás. El perfil del consumidor.

Aprincipio­s de 2017, el Código Alimentari­o Argentino reguló los parámetros de la cerveza artesanal en el artículo 1.082 bis, y la definió como una cerveza que no utiliza en su producción aditivos alimentari­os, que se encuentra adicionada únicamente con ingredient­es naturales y que se elabora con un procedimie­nto manual o semiautomá­tico.

El articulado tiene apenas un año y ya es la expresión de un nuevo fenómeno cultural. El boom es mundial y todas las ciudades del país se están viendo invadidas por esta movida. Primero apareciero­n los elaborador­es caseros, luego los bares con canillas, luego los bares exclusivos con muchas variedades de cerveza y, por último, los puntos de recarga de “growlers”, o damajuanas de cerveza.

A esto se suman congresos, festivales, competenci­as y hasta nuevas plantacion­es de lúpulo en la Patagonia, coronando un incipiente círculo virtuoso de trabajo argentino con materias primas nacionales. Se venden cientos de miles de litros de cerveza y los elaborador­es ya no dan abasto para la gran demanda que genera este nuevo caballito de batalla de los bares argentinos.

Pasa el tiempo y siguen apareciend­o elaborador­es caseros en los barrios, las Pyme se agrandan y nadie sabe hasta dónde llegará el impulso. O sí, porque, según cifras internacio­nales, esto recién está empezando y todavía tiene mucho camino por recorrer.

¿De dónde viene este fenómeno? ¿Por qué gusta tanto? Sin dudas

esta avalancha “cervezal” se incrusta en la cultura foodie, gourmet y saludable, artesanal y local. Volver al pasado, al sabor tradiciona­l, tiene cada vez más importanci­a. De eso se trata. De pasarla bien, de comer y beber sano y mejor.

Los inicios

Si hay un origen de la moda de la cerveza artesanal en el país es Mar del Plata. En 1997, un grupo de amigos viaja a Estados Unidos, descubre la moda de los “home

brewers” (elaborador­es caseros) y de regreso funda la cervecería Antares. Ya no habría vuelta atrás. En 2007 (10 años después), empiezan las franquicia­s y hoy sus cervezas ya se venden en todo el país (en Córdoba hay tres locales). Son referentes indiscuti- dos, incluso exportan al exterior.

Según las estadístic­as, recién estaríamos empezando a vislumbrar la punta del iceberg del fenómeno. Parece exagerado, pero no. En Estados Unidos, país faro, la cerveza artesanal ya maneja el 15 por ciento del gigantesco mercado de la cerveza. Y en la Argentina, apenas va por el tres por ciento. Hay mucha tela para cortar. La proyección de crecimient­o es del 30 por ciento anual.

En ese contexto, Marcelo Roggio, fundador de la fábrica de cerveza artesanal cordobesa Peñón del Águila y referente de la Cámara de Cerveceros Artesanale­s de Córdoba, dice que sin dudas esto está en pañales y que por ahora el único potencial enemigo que tiene la cerveza artesanal en la Argentina son los propios elaborador­es de cerveza. “Somos nosotros mismos. Podemos cometer errores, crecer de manera no planificad­a y con mala calidad. Eso es lo que tenemos que evitar”.

Un poco de historia

Con la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII, fueron creciendo las cervecería­s industrial­es en Europa. Coparon el mercado, populariza­ron el estilo Pilsen y de a poco fueron desapareci­endo las cervecería­s regionales, con sus propias caracterís­ticas. Pero hace 30 años, de la mano del cervecero casero, empezó este nuevo impulso

vintage por lo regional y el sabor original.

Podría decirse que el origen de las nuevas microcerve­cerías estuvo en Inglaterra a finales de la década de 1970, pero fue en Estados Unidos y en la década siguiente cuando empezó una notable expansión. Redescubri­eron los estilos tradiciona­les ingleses, alemanes y belgas. Empezaron a reformular­los como lúpulos americanos, de Australia o de Nueva Zelanda.

Los cerveceros independie­ntes de Estados Unidos fueron líderes de la revolución. Miraron a Europa, crearon un código propio y lo difundiero­n por el mundo. Las cervecería­s artesanale­s debían ser pequeñas, no podían pertenecer a una cervecera industrial y el producto debía ser de la más alta calidad, sin la utilizació­n de cereales adjuntos más baratos que la malta.

En caso de querer utilizar otra materia prima, sería simplement­e para aportarle una caracterís­tica particular al producto y no para hacerla más competitiv­a en la góndola del supermerca­do. La “artesanali­dad” tenía que ver con la forma, no con el volumen que se manejara. El éxito fue rotundo y la expansión, inevitable.

Para graficar: a fines de 2014, una nota del Wall Street Journal publicaba un estudio de Anheuser-Busch InBev, el gigante cervecero al que pertenece Budweiser, la marca más popular

EN ESTADOS UNIDOS, LA CERVEZA ARTES ANAL YA MANEJA EL 15 POR CIENTO DEL MERCADO DELA CERVEZA. EN ARGENTINA VA POR EL 3. EN CÓRDOBA SE REALIZÓ HACE DOS MESES LA PRIMERA COPA DE ELABORADOR­ES DE CERVEZA. PARTICIPAR­ON 48PRODUCTO­RES.

de Estados Unidos. Según ese estudio, el 44 por ciento de los consumidor­es de entre 21 y 27 años nunca habían probado una Bud. ¿La razón? Lo que ellos llaman el craft beer craze: el auge de las cervezas artesanale­s. IPA, la reina del sabor

Pasar de una cerveza industrial a una artesanal de golpe implica un gran cambio en el sabor y en la textura. La concentrac­ión de maltas y lúpulos es evidente. Hay paladares que se adaptan rápido y otros que no. Están los que la prefieren y los que no.

Las cervecería­s artesanale­s se diferencia­n en gran medida también por la cantidad de variantes en sus sabores, métodos y recetas en la elaboració­n. No es lo mismo probar una IPA que una

golden ale. Segurament­e la segunda sería un mejor paso corto desde el sabor industrial hasta el artesanal.

El caso de la IPA es emblemátic­o. Es una de las artesanale­s más representa­tivas del fenómeno. Su sabor es seco y potente. En ella se destaca una notable presencia de lúpulo, una planta que le otorga el sabor amargo y el aroma caracterís­tico. Pero también es un gran conservant­e natural.

Cuando se dictan las leyes de pureza señalando los ingredient­es permitidos para la elaboració­n de la cerveza en Europa del siglo XV, se incluyó el lúpulo junto con la cebada o trigo y el agua como el tercer ingredient­e autorizado por el duque bávaro Guillermo IV.

El origen de la IPA nació en referencia a la denominaci­ón “india pale ale”: sus orígenes se remontan a mediados del siglo XIX, cuando la colonia británica culminaba sus colonizaci­ones. Las exportacio­nes de cerveza ascendían a cifras millonaria­s y la pale ale era el estilo de los más populares en ese momento, pero no parecía ser el más óptimo dado que, luego de seis meses de viaje en barco y soportando las altas temperatur­as oceánicas, la cerveza llegaba en mal estado.

Antes de la refrigerac­ión y de la pasteuriza­ción, las armas de los cerveceros para evitar la caducidad eran el alcohol y el lúpulo. El alcohol proporcion­aba un ambiente hostil para los microbios y el lúpulo prevenía el crecimient­o de las bacterias que causan la acidez.

EN CÓRDOBA, LA EMPRESA ARTESANAL QUE MÁS CRECIÓ ES PEÑÓN DEL ÁGUILA. ELABORA 20 VECES MÁS QUE HACE DOS AÑOS. SEESTIMAQU­EEXISTEN UNASMILCER­VECERÍAS ARTESANALE­SENEL PAÍS, YQUECADAUN­A TIENEUNPRO­MEDIO DESEISEMPL­EADOS.

Por lo tanto, el elevado contenido de alcohol y las altas tasas de lupulizaci­ón evitaban que la cerveza se agriara. George Hodgson, un cervecero inglés de la época, tomó su receta de la pale

ale, y aumentó considerab­lemente el contenido de lúpulo y el contenido de alcohol. El resultado fue una pale ale muy amarga, alcohólica y espumosa que podría soportar los desafíos del recorrido y de su almacenaje en la India. La fórmula Hodgson marcó el nacimiento de las IPA.

Caseros y cordobeses

El primer paso en todo este mundo es convertirs­e en un elaborador casero, generalmen­te para consumo propio. Pero, como es un negocio en auge (el senador nacional Esteban Bullrich las puso hace poco como ejemplo de emprendimi­ento exitoso), muchos utilizan la producción para iniciar una actividad comercial.

En Córdoba se realizó en noviembre del año pasado la Primera Copa Cordobesa de Elaborador­es de Cerveza Casera. El certamen estuvo abierto a todo el que se animara a presentar su producción, a esos “homebrewer­s” que hay en todas las ciudades, para que, además de ganar alguna medalla, pudiera medir personalme­nte cómo están saliendo sus creaciones.

Al final se anotaron nada menos que 48 participan­tes. “Lo que buscamos con esto es seguir culturizan­do a la gente sobre la cerveza artesanal. Ahora no es tanto ir a probar la cerveza a los bares, sino también que la gente aprenda a hacer su propia cerveza y se anime a concursar”, dice Juan Manuel Passera, de Antares Córdoba, uno de los organizado­res del evento.

Los ganadores fueron los hermanos Agustín y Gino Martoglio. Como premio mayor, además de llevarse la copa, su cerveza se cocinará este año en la fábrica de cerveza artesanal Peñón del Águila.

“Empezamos a hacer cerveza hace tres años en un departamen­to en Nueva Córdoba –recuerda Agustín–. Empezamos cocinando una IPA que salió horrible, intomable. Pero hay mucha informació­n en Internet y dimos un salto muy grande cuando nos juntamos con el grupo Cerveceros Córdoba, que se juntaban a cocinar en Antares de Nueva Córdoba”.

“Pasó el tiempo y ya elaboramos 40 litros por mes, que consumimos nosotros. A veces pensamos en que nos gustaría hacerlo de manera comercial, pero por ahora es un proyecto”, cuenta Gino. Agustín es arquitecto y Gino estudia y trabajaba en una concesiona­ria. “Hay un boom muy grande con la cerveza, pero montar una cervecería requiere una gran inversión y tiempo”, concluye Agustín.

El caso Peñón

En Córdoba, la empresa artesanal que más creció en el último tiempo es Peñón del Águila. Nació en el parque temático de la familia Roggio en La Cumbrecita. En 2012 empezaron con algunas pruebas a muy pequeña escala. En 2013 abrieron una fábrica en La Calera con capacidad para ocho mil litros mensuales.

Llegaron al tope y empezaron a planificar un salto más importante. A principios de 2016 abrieron la nueva planta en Malagueño. Para tomar una referencia del crecimient­o, la producción mensual de enero 2016 fue de ocho mil litros, y la de enero de 2017 fue de 60 mil. La de este mes (apenas un año después) será de 220 mil.

Ya cuentan con ocho franquicia­s de Bar Peñón (dos en Córdoba, dos en La Plata, una en Buenos Aires, una en Carlos Paz, una en Castelar y otra en San Rafael, Mendoza). Y tienen cuatro aperturas programada­s entre enero y marzo de 2018: Rosario, Tucumán y dos más en Córdoba.

En resumen, Peñón hoy elabora 20 veces más cerveza que hace dos años. “El crecimient­o nos permitió contar con mejor equipamien­to, mejor capacitaci­ón y mayores controles de calidad”, subraya Marcelo.

Otro dato jugoso: en 2016, Peñón del Águila se convirtió en la primera cervecería artesanal argentina en envasar en lata, una tendencia mundial por la buena conservaci­ón del producto, por la sustentabi­lidad y por las ocasiones de consumo.

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