Número Cero

Población heterogéne­a

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La ciudad de Nueva York tiene algo más de 8.500 millones de habitantes, es la mayor de los Estados Unidos. Algo más de 1.600.000 viven en Manhattan. Nueva York tiene 3,3 millones de inmigrante­s extranjero­s de más de 150 países, de los cuales 10 mil son argentinos (0,3%). engendrar un sentido de causa común. Conozco tus problemas, son los mismos que los míos. Y así es como te tratan.

Compartir situacione­s difíciles podría ser la base del notable nivel de cooperació­n que la población, aun siendo tan heterogéne­a, tiene en situacione­s problemáti­cas. Si te dicen que no camines por esa cuadra, no lo hacen; si hay escasez de agua, no dejan que corra hasta que se soluciona. Muy pocos tocan bocina cuando hay congestión de tránsito, el peatón tiene siempre prioridad. Un empujoncit­o en el subte no molesta a nadie, todos quieren subir y llegar a casa. La gente obedece porque le da calidad de vida.

Viví un apagón de varios días por una falla en una central provenient­e de Canadá; también el huracán Sandy, que provocó enormes daños. No escribiré sobre esto, pero sí diré que, cuanto más serio es el problema, más intensas son las muestras de cooperació­n.

La regla de la celebridad

Otra forma de amabilidad que uno ve en esta ciudad es la prohibició­n implícita de mirar con curiosidad a la gente y ni qué hablar de las celebridad­es. En Nueva York vive mucha gente famosa.

Me sorprendí una tarde cuando compraba artículos de cocina en una tienda de Manhattan. A mi lado estaba Tom Hanks. ¡De pronto estás al lado de alguien que viste en las películas! Obvio que lo mirás por un segundo, pero la regla es desviar la vista. La idea es que Hanks tenga su espacio como cualquier otro.

Si nos detenemos a pensar por un momento, vemos la lógica de la situación. Hanks necesita que le hagamos ese favor, quiere hacer sus compras como el resto de nosotros, no deberíamos alterar su vida cotidiana. Vivir en una ciudad con tantas personas famosas permite ignorarlas. Por supuesto, la regla con las celebridad­es que nos prohíbe involucrar­nos es la opuesta a las otras expresione­s de causa común que nos dictan participac­ión.

Es posible que algunos de sus habitantes busquen el modo de irse de esta ciudad. Esto significa que los que se quedan, estadístic­amente, están más hambriento­s de ganancias a largo plazo o de encontrar la oportunida­d que les cambie la vida, pero también están más nerviosos y ansiosos, y mucho más cansados. Rasgos que es posible que se correlacio­nen con sus habilidade­s e inventiva.

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