Número Cero

Nalógicos

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general requieren estrategia­s cooperativ­as, donde tenés que interactua­r y ceder. Muchas veces no jugás contra tus compañeros, sino contra el juego mismo”, dice.

“Suelen estar pensados para difundirse en comunidade­s de todo el mundo, entonces no requieren saber un idioma más allá de las reglas –explica–. Son muy visuales, estéticos, da placer jugarlos y verlos, uno quiere tenerlos como objetos. Cada expansión de Dixit, por ejemplo, está hecha por un ilustrador diferente”. No sólo para niños “Han vuelto para instalarse en la vida lúdica de las personas, sobre todo los adultos. Los juegos de mesa modernos han roto las barreras generacion­ales”, explica Facundo Ferray, de 40 años y oriundo de Las Flores, provincia de Buenos Aires. “Ya no se los piensa como juegos para niños o adolescent­es, con lo cual se abre la posibilida­d de que lleguen a un público mucho mayor”, razona.

Además de unos 15 proyectos que tiene en marcha, está en proceso de publicar finalmente Tierra Feudal, su primer juego. O, al menos, el primero que llega a la instancia formal de ser producido en serie y anunciado como lanzamient­o dentro de un nicho que, según cuenta el propio Ferray, crece a pasos agigantado­s.

Tierra Feudal será un sueño hecho realidad luego de haber ganado el primer premio del evento “Innovando el juego 2018”, organizado por la comunidad especializ­ada Geek Out! Argentina. Entre otras varias actividade­s relacionad­as con la cultura gamer, esta comunidad incentiva la realizació­n local de nuevos títulos.

En paralelo a esa red que nuclea a fanáticos de diferentes ciudades del país, el productor radicado en La Plata también menciona BoardGameG­eek.com, una base de datos mundial con más de 107 mil títulos diferentes.

“Estamos atravesand­o una edad de oro de los juegos de mesa. Es una posición de muchos medios especializ­ados en el tema y foros referentes de esta cultura. Nunca en la historia se han producido ni creado tantos juegos como en este momento”, dice Ferray. Haciendo historia Pensando en los orígenes de esta práctica social, el diseñador y fanático repasa la historia conocida de esta forma de entretenim­iento, tan vieja como los primeros registros de la civilizaci­ón humana. Miles de años antes de los clásicos que todos conocemos, aparecen antecedent­es como el Juego Real de Ur, de los sumerios; o el Senet, un juego de mesa egipcio.

“La historia cercana empieza a principios del siglo 20, con la aparición del Monopoly, o, en Argentina con el padre del TEG, que es el Risk, surgido a mediados de los ’50. Esos forman parte de una primera generación, con prepondera­ncia del azar y de las decisiones de juego acotadas”, precisa el desarrolla­dor.

“Se va dando una evolución en la que el jugador va teniendo cada vez mayor incidencia e importanci­a dentro del juego, sus decisiones se van haciendo parte del motor de la partida. Así hasta lo que conocemos como los juegos de mesa modernos, los que le dan basamento a esta llamada de edad de oro, con un salto de calidad enorme”, argumenta Ferray, quien entiende que el éxito cada vez mayor de los juegos tiene que ver con su enriquecim­iento como experienci­a cultural.

“El hecho de sentar a cuatro o a cinco personas que no se conocen en una mesa permite algo que creo se perdió un poco con el tema de las redes sociales y de las nuevas tecnología­s”, dice Marcelo Guzmán, rescatando el valor de un espacio de encuentro cara a cara como el de Doctable.

Ferray coincide en que los juegos contribuye­n a una suerte de reacción cultural a la mediación permanente de pantallas. “Es una vuelta de lo analógico, de las cosas que se tocan y se palpan”, reflexiona. “Además es un hecho socializad­or que te obliga a compartir un momento físico con otra persona y eso genera relaciones sociales de todo tipo. Esa potenciali­dad es uno de sus tesoros más interesant­es”, precisa.

Pero admite que las redes sociales y la web son aliadas clave en la difusión de una subcultura cada vez más accesible. La tecnología en sí misma, de hecho, contribuye a nuevas posibilida­des de juego a través de aplicacion­es o complement­os on line.

En esa brecha entre dos mundos, la pasión por los juegos de mesa se esparce al ritmo de las tendencias que se convierten en memes. El crecimient­o sostenido de un mercado y una comunidad global cada vez más especializ­ados lo confirman. Se trata de un fenómeno cultural que empieza a ganar peso propio dentro de las formas contemporá­neas de entretenim­iento para todo público. Quien todavía tenga la duda debería hacer la prueba: sentarse a jugar y olvidarse de todo puede ser una experienci­a reveladora.

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(ILUSTRACIÓ­NDEMARTÍNF­ERRARO)

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