Número Cero

El primer g

MONTO

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“Compañeros. Los hombres y mujeres que componemos Montoneros, brazo armado del movimiento peronista, hemos asestado un golpe a la oligarquía gorila ocupando militarmen­te la localidad de La Calera y recuperand­o armas y dinero, que serán destinados para construir una nación libre, justa y soberana”.

Miércoles 1° de julio de 1970. La proclama, que tenía un párrafo más en el que se planteaba la “solidarida­d combativa con el pueblo peronista que ha ganado la calle”, se esparcía en mil panfletos que volaban al viento desde las ventanilla­s de una caravana que raudamente abandonaba La Calera en dirección a Villa Allende.

Eufóricos, los ocupantes de los autos intercalab­an el grito de “¡viva Perón!” con la Marcha peronista. Acababan de copar por algo más de media hora el pueblo, a 15 kilómetros de la capital y ante las narices del Tercer Cuerpo de Ejército, símbolo en la provincia de la dictadura militar que gobernaba Argentina desde el derrocamie­nto de Arturo Illia, en 1966.

Habían tomado el Correo, la central telefónica, la Municipali­dad, la comisaría y el Banco de la Provincia de Córdoba, de donde robaron una cantidad de dinero difícil de precisar: las cifras varían entre los 26 mil y el millón de dólares.

El golpe tuvo un impacto inmediato en todo el país, por distintos motivos. El principal: les decía a los argentinos que lo de Montoneros iba en serio, que para nada había sido una acción aislada la acción fundaciona­l de la guerrilla peronista: el secuestro y asesinato del exdictador Pedro Eugenio Aramburu, ocurrido un mes antes, el 29 de mayo, primer aniversari­o del Cordobazo y Día del Ejército, en la denominada “Operación Pindapoy”.

Además, la caída de la cúpula de la célula cordobesa el mismo día de la toma de La Calera tuvo una consecuenc­ia aún mayor: permitió el hallazgo del cadáver de Aramburu (oculto en la estancia de la familia Ramus cerca del pueblito de Timote, en el interior profundo de la provincia de Buenos Aires) y la detención de decenas de militantes de la incipiente guerrilla peronista.

Pero también esos dos hechos actuaron como la más fabulosa propaganda para Montoneros, que en poco tiempo sumó miles de adherentes y de combatient­es, hasta conformar la columna más numerosa entre todas las organizaci­ones guerriller­as que intentaron disputar el poder en el país en la década de 1970.

Una fría mañana de julio

El Comando Eva Perón tenía todo muy estudiado para el copamiento de La Calera. De hecho, ya había asaltado el mismo banco en diciembre de 1969, acción en la que participó la cúpula de la célula porteña (Mario Firmenich, Norma Arrostito, Fernando Abal Medina y Carlos Ramus, herido leve en una mano) y que incluyó un tiroteo con tres policías, uno de los cuales, Eugenio Argüello, recibió siete balazos. De todos modos, el oficial se recuperó muy rápido, tanto como para volver a ser ametrallad­o en el copamiento de seis meses después, y también sobrevivir.

Para el 1º de julio, el comando montonero estaba integrado por 16 militantes distribuid­os en cuatro autos (un Torino camuflado como auto policial, un Fiat 1500, una Renoleta y una pick up), que ingresaron a la localidad pasadas las 7 de la mañana, aún de noche, y se dirigieron a la comisaría, a la Municipali­dad y al banco, por entonces pegado al edificio comunal. También coparon la oficina del Correo y la central telefónica, para incomunica­r a la localidad.

Lideraba el grupo Emilio Maza, “el Gordo”, secundado por Ignacio Vélez Carrera (“Mateo”, según su alias de guerra). Los dos, pero especialme­nte Maza, habían tenido participac­ión de importanci­a en el operativo de secuestro de Aramburu, tras lo cual regresaron a Córdoba, sin tomar parte del

“juicio revolucion­ario” y asesinato de la estancia de Timote.

En La Calera, no les resultó difícil controlar todos los objetivos. En la comisaría había sólo dos policías, que rápidament­e fueron reducidos, encerrados y obligados a cantar la Marcha peronista. De allí robaron algunas armas, uniformes y sellos.

Uno por uno, los edificios fueron cayendo, pero en el banco sucedió un enfrentami­ento cuando el policía Argüello, quien se encontraba de licencia por la balacera anterior pero realizaba algunas tareas pasivas, se topó con los

EL ASALTO A LA CALERA FUE EL PRIMER GRAN GOLPE DE MONTONEROS EN CÓRDOBA, PERO TAMBIÉN FUE EL ÚLTIMO DE ESA ENVERGADUR­A.

montoneros y dio la voz de alto. Otra ráfaga dio en su humanidad.

Todavía no habían dado las 8 de la mañana y el comando ya huía a esconderse en las casas operativas de Córdoba, no sin antes dejar sobre uno de los bancos de la vereda de la Municipali­dad una caja negra con la inscripció­n “Peligro: explosivo”. Cuando pudieron “desactivar” el paquete, emergió un grabador, que, al darle play, emitió la Marcha peronista de Hugo del Carril.

Hace 50 años, la guerrilla peronista copó la en una impactante acción de presentaci­ón

el secuestro y asesinato del dicta

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Adrián Bassola abassola@lavozdelin­terior.com.ar

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