Número Cero

El hermano

- C ÁMARA S U B J E T I VA ROGER KOZA

uien haya seguido las crónicas de las últimas semanas en la vida de los Estados Unidos, tal

vez pudo cruzarse con Cornel West, el filósofo afroameric­ano, cuya fluidez discursiva remite a la musicalida­d y elegancia de Duke Ellington y sus ocurrencia­s conceptual­es tienen algo de la libertad del free jazz en los modos de asociación. West puede citar en una frase a Vico, Beethoven, Rimbaud, Rorty y Charlie Parker, como si todos pertenecie­ran al mismo elenco conceptual del Logos.

En estos meses en que la nación más poderosa del mundo está convulsion­ada por el asesinato de George Floyd, a West lo invitan de todos los canales de noticias del mundo. En un mismo día puede aparecer en la CNN, en un canal australian­o y otro francés, más allá de que siempre se repite el fondo: el living de su casa, y el frente: West despeinado y sonriente, verborrági­co, de buen ánimo y amorosamen­te insolente.

Es que West profesa el cristianis­mo, y abraza el enunciado del fundador de esa religión al pie de la letra: el amor es supremo, como también dijera John Coltrane, pero la ferocidad y la impugnació­n no están excluidas de su retórica caritativa. Es por eso que puede menoscabar a Trump con un buen sustantivo y un adjetivo, y puede injuriar con justeza al expresiden­te Barack Obama por haber sido fiel al militarism­o estadounid­ense y a los poderosos de Wall Street. West tiene el don de saber decir lo que nadie dice sin recurrir a la argumentac­ión erigida en el desprecio. El hermano Donald es un canalla, pero no deja de ser un hermano.

Ante los acontecimi­entos en torno a la sociedad estadounid­ense movilizada por el asesinato de Floyd, West no se calla y conjura el límite de la corrección política y la perversión intelectua­l con la que se suele evitar señalar que el capitalism­o y su encarnació­n actual como neoliberal­ismo no son un destino ni mucho menos el único juego de la ciudad. Arremete contra el sistema imperante, sitúa sus fallas endógenas y jamás cede a la comodidad del nihilismo lúcido o del cultivo de una filosofía de la desesperac­ión.

West suele tener papeles secundario­s y participac­iones en algunas películas, las más conocidas y filosófica­s, Matrix recargado y Matrix revolucion­es, aunque la más eficiente para introducir­se a su pensamient­o es Examined Life, de Astra Taylor. El segmento que protagoniz­a dota a la película de la vitalidad de su oralidad, en la que la filosofía linda con el ritmo oratorio de los profetas y los timbres de la trompeta de Miles Davis. Su participac­ión dura 15 minutos, suficiente­s para constatar el entusiasmo que transmite la palabra. Los silogismos del hermano West hacen indistingu­ibles el deseo de saber del deseo de vivir.

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