Jorge Fernández Díaz “Prefiero a los cínicos, porque los creyentes son ciegos”
ENTREVISTA. El autor escribió “Una historia argentina en tiempo real”, un libro de 1.048 páginas sobre el kirchnerismo, la “colonización populista” y la resistencia republicana una lejanía libresca. Yo estuve ahí. Cometí esas estupideces y esos errores muy grandes. Fui de la izquierda nacional. Adoraba a los setentistas como mis hermanos mayores. Estuve cerca de ese peronismo que lo volvió loco a Alfonsín, a quien después pude pedirle perdón en persona. También formé parte de una idea feudal cuando viví en Neuquén junto a Felipe Sapag. Ahí me di cuenta de lo que era un feudo: cuando el Estado va tomando todo, los jueces, las empresas, va construyendo una cultura, para convertirse finalmente en un partido único que no puede ser derrotado. Donde la oposición es meramente un sparring. Y donde el clientelismo es todo. Así ocurrió en Santa Cruz... Ese es el proyecto final del kirchnerismo.
Realidades
–Hay sectores del kirchnerismo que dicen estar dispuestos a dar una discusión. Pero eso parece imposible.
–El kirchnerismo tiene un gran problema: la idea de crear una realidad paralela, donde los hechos son lo que dice el relato. Es muy difícil discutir así. Eso se vio en su máxima expresión con el genocidio estadístico que hubo con el Indec. Es un vicio de construcción ficcional de la historia. Algo que está bastante de moda en la política.
–¿Hablás de buena y mala fe? Por ejemplo, aparece un encuentro con Ricardo Foster, que luego publicó cosas sobre ese encuentro que no habían sucedido.
–Hay una importante necesidad de creer. Se ve mucho en los exmiembros del Partido Comunista Argentino. Cuando cae el Muro de Berlín, se van desilusionados del comunismo, que es como irse de la Iglesia Católica. Quedarse sin fe, sin iglesias, sin Dios. ¡Es terrible! Se quedan en la intemperie. Algunos se dedicaron al psicoanálisis. Hasta que Néstor Kirchner les da una nueva religión. Conozco a varios. Y se convierten en fanáticos más grandes que los peronistas. Entonces, empiezan a negar la corrupción, por ejemplo. Prefiero un kirchnerista que me diga: “Robamos para el proyecto, como robábamos bancos en los 70”. A alguien que me diga que no hay robo, que todo es lawfare y que es un invento de los jueces. Prefiero a los cínicos, porque los creyentes son ciegos.