Silvia Quevedo “Nadie nace piquetera o piquetero”
EN LAS CALLES. El movimiento piquetero surgió como respuesta a la debacle económica-social del país. Las vivencias de la referente de una organización que participa en piquetes desde los 9 años.
Julián Cañas
Pedro Quevedo no era Pedro Quevedo. Era un anónimo para los automovilistas que pasaban por la avenida Fuerza Aérea y miraban intrigados a un grupo de personas que combatía el frío y el hambre con una olla popular. Los carteles y banderas testimoniaban que eran desocupados, las nuevas víctimas de la hiperinflación de aquel año complicado, 1989.
Paradójicamente, la escena se producía en la arteria que llevaba a la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, ícono de la industria nacional que poco tiempo antes albergaba a miles de trabajadores que lucían con orgullo los uniformes azules.
Silvia Quevedo tenía entonces 9 años. No bien salía del colegio Mauro Fernández de barrio San Roque, corría hasta “la Avenida” para ver a su padre. En su inocencia infantil le parecía un juego compartir con otros niños esa comida improvisada y comunitaria, mientras su padre y otros desocupados atizaban el fuego para calentar ollas grandes, cubiertas de hollín negro.
El humo espeso de las ollas populares marcaba un clima social en descomposición. Faltaba más de una década para el agitado fin de año de 2001, pero la pobreza y desocupación impulsaban a (ex)trabajadores y (ex)trabajadoras a salir a reclamar en las calles.
Entonces nadie hablaba de piquetes ni de piqueteros o piqueteras. Era el drama de los desocupados, que se ampliaría en la década de 1990.
Con el tiempo, aquellos movimientos de desocupados que reclamaban con piquetes en las calles se convertirían en organizaciones piqueteras. Protagonistas forzadas de la peor crisis social y económica de la historia argentina, de la que ahora se cumplen 20 años.
La historia de la pobreza
Pedro Quevedo ya no está. Falleció hace más de una década, sin haber podido recuperar el trabajo en la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec) ni en ninguna otra empresa estatal o privada.
Silvia Quevedo ya no es una niña. Ahora es la referente del Movimiento Barrio de Pie en Córdoba. Sentada en el umbral del comedor comunitario Los Peques del Márquez, que su organización administra en barrio Márquez Anexo, uno de los sectores más carecientes de la ciudad de Córdoba, habla con fundamentos. Los que le brinda su experiencia de vida.
“Nadie nace piquetera o piquetero. Se hace, obligado por las circunstancias. De algún modo, todos somos víctimas de esta crisis social y económica que empezó mucho antes de 2001”, dice Silvia antes de que se enciendan el grabador y la cámara. Asegura que no le molesta que le digan piquetera, pero ella se reconoce como una “dirigente social”.
Para ella, como para muchos dirigentes de las organizaciones piqueteras, el estallido de fines de 2001 no es una fecha para celebrar. Aunque recuerdan aquellos días trágicos como un mojón de las luchas populares.
“Muchos de nosotros no leímos en los libros lo que sucedió en el 2001. A nosotros la pobreza nos pasó por el cuerpo. Nos atravesó el corazón por nuestras vivencias de vida”, arranca Silvia, mientras a su alrededor un grupo de mujeres apura las más de 400 viandas que poco después los vecinos del barrio vendrán a buscar para ser la cena. Para muchos, será la única comida del día.
Protagonistas
“Las organizaciones sociales tomamos protagonismo en la crisis de 2001. Pero fue un proceso que comenzó a finales de los ‘80, cuando muchos argentinos y argentinas se quedaron sin trabajo, entre ellos mi padre. Podría decir que todo comenzó con la dictadura militar y la persecución que hubo sobre los dirigentes gremiales y las políticas neoliberales que aplicaron en la economía y que dejó a mucha gente fuera del sistema. Hasta ahora, la democracia no resolvió este problema. Es una gran deuda social pendiente”, sentencia la referente cordobesa de Barrios de Pie.
“Nosotros organizamos a los sectores que nadie quiere organizar, que son los más humildes. Seguimos convencidos de que la política es la herramienta para cambiar esta realidad social. Por eso, somos actores sociales y políticos”, concluye Quevedo.
El exvocero de Fernando de la Rúa acompañó al expresidente a la hora de la renuncia y denunció una conspiración. Un relato de la caída en primera persona.
LA RENUNCIA.