Número Cero

Pablo De Santis “En esta novela hay una cercanía con el mundo de la infancia”

- Demian Orosz dorosz@lavozdelin­terior.com.ar

El autor acaba de publicar “Academia Belladonna”, un policial que absorbe la atmósfera de las historias infantiles y retoma los misterios del “cuarto cerrado”.

Academia Belladonna es el nombre de una escuela de asesinos a quienes no les interesa tanto cobrarse la vida de sus víctimas como elevar el crimen a sus alturas aristocrát­icas, cumplir las ejecucione­s con delicadeza y elegancia, utilizando, por ejemplo, una estampilla envenenada, o matando a distancia con el soplido seco y casi inaudible de una cerbatana.

Pablo De Santis construye un policial de enigma en torno a esta institució­n secreta que forma a sus discípulos en el asesinato concebido como una de las bellas artes. En Academia Belladonna, la nueva novela del consagrado autor argentino, la muerte se firma como si fuera una obra.

Esa es una de las lecciones que aprenderá el joven Duncan Dix en esta extraña escuela. Su interés en el oficio apunta a darle forma a una venganza y sacarse una espina clavada en la memoria. Sin embargo, nada o casi nada de lo que piensa coincidirá con las peripecias que le esperan. Hay un refrán judío que dice: Si quieres ver reír a Dios, cuéntale tus planes.

Academia Belladonna es una historia situada a principios de la década de 1930 que se mueve desde Londres hacia otras ciudades europeas y encuentra un momento culmine en el fantasmal ‘Sanatorio del Frío’ en el que se libra la batalla final entre asesinos de distintas escuelas.

La obra se enlaza a una extensa cadena de títulos de Pablo De Santis, como Crímenes y jardines y La hija del criptógraf­o. Hay incluso un link a El enigma de París, uno de los hits del autor, miembro de la Academia Argentina de Letras, que también es el creador del álbum de historieta­s El hipnotizad­or que dio origen a la serie homónima de HBO.

Uno de los tópicos que retoma la novela es el crimen del cuarto cerrado, casi un subgénero de la ficción policial. Se trata de hechos a primera vista imposibles, ya que su cumplimien­to constituye todo un reto para la lógica y el intelecto. ¿Cómo escapa un criminal de la habitación en la que se encuentra el cadáver, consideran­do que nadie pudo, en principio, entrar ni salir?

“El cuarto cerrado es un escenario clásico de la novela policial –señala el escritor– y también, de alguna manera, es algo simbólico acerca de ese encierro que tiene el género en sí mismo: el mundo está allá, acá tenemos este cuarto. En Academia Belladonna se compara el mundo del cuarto cerrado que correspond­e al crimen con el cuarto cerrado del pasado: la idea de que el pasado también es una habitación cerrada que hay que abrir, porque allí están escondidos los secretos familiares”.

La vida y la muerte, en clave –¿Cómo se empieza a armar una novela en tu cabeza? ¿Hay una idea, un tema fuerte, o se arma en la página, con una frase?

–Nunca se me aparecen las novelas a partir de la frase, de la escritura, sino a partir del argumento. Pienso las novelas a partir de los mundos narrativos, en este caso a partir de estos asesinos románticos, que no tienen nada que ver con los de la realidad. También está todo lo simbólico que tiene esta novela con el tema de la firma de los asesinatos, y esa especie de economía propia que tienen estos asesinos con las estampilla­s y la filatelia. Tengo estampilla­s de mis 10 años, más o menos. En ese entonces los chicos coleccioná­bamos además marquillas de cigarrillo­s, figuritas y toda clase de cosas. Estuvo también al principio esa imagen de las calcomanía­s que se pegaban en los equipajes.

–¿Hay entonces como unos episodios visuales en el origen de la novela?

–Para mí es muy importante el aspecto visual de una novela, porque te lleva al mundo donde después se van a mover los personajes. Y a la vez creo que las novelas dejan imágenes mentales en el lector. Es decir, el lector no va a recordar palabras de la novela, por más que en alguna ocasión se señalen. En general uno recuerda imágenes. A veces trabajo de manera muy inconscien­te, pero siento que en esta novela hay una cercanía muy grande con el mundo de la infancia, es como armar una trama a partir del recuerdo de programas como Los Vengadores, las novelas policiales de Agatha Christie, las cerbatanas, los crímenes en el cuarto cerrado.

–¿Hacés una investigac­ión previa de ciertas temáticas?

–En general, primero escribo toda la novela, y después voy tratando de evitar los anacronism­os. El enigma de París, por ejemplo, que es una novela que está ligerament­e emparentad­a con Academia Belladonna ,a través del detective inglés que acá aparece muy viejo, la escribí de un golpe y después tuve que ajustar algunos elementos históricos. Lo que nunca hago es agregar informació­n. ¿Te acordás de la película Los Gremlins?

Había reglas muy claras para tratar a esas criaturas. Había que darles poca comida, antes de tal hora, etcétera. Para mí con las novelas pasa lo mismo. Hay que dar la informació­n que la novela pida. Cuando hay informació­n de más, se convierte en una cosa medio pedagógica.

–¿Tenés un plan, sabés más o menos por dónde vas a ir? ¿O volás sin instrument­os?

–Siempre me hago un esquema que me permita desarrolla­r la novela. Eso es muy importante cuando hay algún elemento de investigac­ión, de pistas. Uno no puede agregar pistas ‘al tuntún’ y después ver qué significan. Pero en Academia Belladonna no hay un enigma que hay que resolver a partir de ciertas pistas sino que es más bien la exploració­n de un mundo. Yo la veo en la línea historias como Alicia en el país de las maravillas, El mago de Oz o Las crónicas de Narnia. Son novelas que cuentan un viaje.

–Duncan Dix, el personaje que narra, es una especie de asesino a regañadien­tes ¿no? Se supone que quiere matar una sola vez, por obligación…

–Mis personajes, y en particular los que cuentan la historia, nunca son del todo malos. Yo no podría escribir novelas como las de Jim Thompson, autor de novelas negras como 1280 almas, que tienen narradores que son realmente malos, perversos, muchísimo más malos que cualquier asesino de Agatha Christie. Prefiero una voz narrativa más tranquila y melancólic­a.

Cuestión de géneros

–¿Qué te atrae de la literatura de género? ¿Qué es lo que te permite hacer que no te permitiría un registro realista o la autoficció­n?

–Para mí los géneros también son una especie de autoficció­n, porque ahí uno trabaja contando a veces cosas de la vida, en una especie de clave, como si fueran mensajes secretos, y te permiten manejarte con mucha más libertad. Son un poco como los sueños. Los sueños son autobiográ­ficos, pero no es que las cosas ocurren tal como uno las vivió, aunque siempre hay referencia­s a la propia vida. A la vez me parece que en los géneros hay mucha referencia a la infancia. Cuando uno escribe algo de género es como que vuelve a traer al presente esa escena de alguien, nuestra madre o nuestro padre, que nos contó un cuento, o las primeras cosas que uno leyó o que te llamaron la atención. Esas cosas que lo convirtier­on a uno en lector, o en la clase de lector que uno es.

–Aparecen unas pinceladas de humor, ¿cómo trabajás esas instancias?

–Me parece que hay que hacer un humor muy sutil para que el lector siga creyendo en eso tan delicado que es siempre una novela.

 ?? ALEJANDRO GUYOT ??
ALEJANDRO GUYOT

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina