Proyecto Casandra. Cómo predecir guerras leyendo novelas
ANTICIPACIÓN. En 2014, el profesor Jürgen Wertheimer convenció a la ministra de Defensa alemana de que los conflictos armados suelen ir precedidos por batallas de discursos.
Suele mencionarse en broma y como ejemplo de lo que significa un oxímoron el término “inteligencia militar”. El Proyecto Casandra vino, de alguna manera, a negar esa contradicción en términos.
El ejército alemán tuvo una división que trabajaba con novelistas y profesores de literatura. ¿Por qué? ¿Para qué? Para adivinar posibles guerras. Sus intuiciones apuntaban a que el big data y toda la inteligencia artificial actuales no consiguen encontrar las claves que avizoran futuras guerras.
En cambio, esas claves sí se podrían encontrar en los libros y en los diarios. En el fondo, la idea era que el pensamiento racional e informático no es capaz de entender una de las cosas más humanas: la guerra. Tan humana como la literatura. el “sistema de detección temprana” de conflictos. Así se unieron el Ejército alemán y… especialistas en literatura.
Con el fin de no enmarañar directamente a la universidad con los mandos militares, el proyecto se alojó en el Weltethos Institut, una organización independiente de la estructura académica. Se bautizó como “Proyecto Casandra” y recibió ese nombre por el personaje de la mitología griega que sabía y avisaba que dentro del caballo de Troya había una trampa. Nadie la escuchó y Troya cayó.
Leer entrelíneas
Nuestras máquinas son capaces de leer en pocas horas millones de libros, pero no saben leer entre líneas. Y es entre líneas que suelen estar siempre los significados reales, relevantes, de las cosas, y ahí las computadoras todavía no han llegado. A eso es a lo que apuntaban los investigadores, a leer de forma global para pronosticar los conflictos en puerta.
Según estos profesores de literatura comparada, si uno mira y lee lo publicado los tres años antes en Kosovo o en Ruanda o en Nigeria con Boko Haram se puede adivinar el advenimiento de una contienda bélica.
Los investigadores vieron que resultaba complicado analizar las características netamente literarias de los textos. Por ello, decidieron examinar “la infraestructura literaria (el mercado del libro, los premios literarios, las listas de bestsellers), el paisaje literario y la recepción”.
Por ejemplo, en el marco del conflicto de Kosovo mostraron la relevancia de una obra sobre una masacre de los ustacha contra los serbios y la desaparición total de obras donde aparecieran amistad o amor entre serbios y albaneses.
En los años previos y siguientes al conflicto se constató también un auge de novelas históricas revisionistas. Todo ello sucedía una década antes de la carnicería de Kosovo en 1998.
Muy similares fueron las conclusiones a las que llegaron cuando analizaron la producción literaria anterior al genocidio de Ruanda.
La cancelación
Así, ante un escenario de escepticismo inicial, las primeras investigaciones dieron resultados positivos. De este modo, Wertheimer y su equipo de la Universidad de Tubinga mostraron cómo se habrían podido prever el conflicto de Kosovo o el ascenso de Boko Haram a través de la lectura atenta.
Fue justamente en Alemania donde surge un proyecto como este. Un país que en el largo siglo 20 protagonizó las grandes guerras y llegó a asquearse de la muerte y la destrucción. Es una pena que el proyecto fuera cancelado recientemente. Algunos sospechan que se suspendió porque dejaba en evidencia a programas de mayor envergadura presupuestaria.
Como ironía nos queda que los investigadores no hayan predicho el cierre del proyecto. También nos queda claro que los primeros disparos de arma vienen precedidos por los disparos de palabras, y un “sistema de alerta temprana” puede evitar esos disparos y esas muertes, como le escribiera Wertheimer a Ursula von der Leyen, exministra de Defensa alemana, hoy presidenta de la Comisión Europea.